Nadie esperaba el 5-0 del Camp Nou, fudamentalmente por una razón: la de que todo el mundo creía que entre el Barcelona y el Madrid había una gran igualdad, que a la hora de la verdad no existió. Lo más sorprendente del partido no fue el marcador sino la superioridad barcelonista. Con el balón en juego se deshicieron algunos equívocos y se constataron unos cuantas realidades.

LA FÓRMULA DE MOURINHO.- Se daba por supuesto que el entrenador del Madrid tenía la fórmula para inmovilizar al Barcelona, y eso porque lo había demostrado la temporada pasada en la la Champions, en la que, con el Inter, logró eliminar al equipo barcelonista. En la memoria de todos estaba aquel partido de vuelta en el Camp Nou, en el que el Barcelona estuvo muy lejos de su altura habitual. Pero se olvidaba que el partido decisivo de aquella eliminatoria fue en el de ida, en Milán, que ganó el Inter por 3-1. El modélico encuentro que, con esa ventaja sustancial, planteó Mourinho en Barcelona era para administrar una buena renta, algo muy diferente de lo que con seguridad pretendió el lunes. No es lo mismo esperar con paciencia al Barcelona que salir a su encuentro con un exceso de ansiedad.

LA PRESIÓN.- Presión por presión, el Barcelona supo trasladar la suya al terreno de juego con una extraordinaria eficacia. En la forma de jugar del equipo de Guardiola es una seña de identidad recuperar el balón muy pronto a base de agobiar al contrario en cualquier zona del campo. Para hacer algo así es necesario un espíritu de sacrificio que no excluya a nadie de la misión de presionar, ni siquiera a Messi, como demostró al recuperar unos cuantos balones. El Madrid no tuvo recursos para sobreponerse a ese agobio. Está acostumbrado a que el rival le ceda campo y que de esa forma Xabi Alonso tenga horizontes para abrir el juego. El lunes el conductor madridista no pudo salir nunca de túnel artificial que le crearon sus rivales. Tampoco lo pudo hacer Marcelo con sus regates. El extraordinario espíritu de sacrificio con que jugó el Barcelona fue su cualidad básica. A la par, una espléndida preparación física, la que debe tener un equipo para correr tanto de principio a fin de partido.

LA POSESIÓN.- La clave de esa resistencia es que el Barcelona parece descansar con el balón, a pesar de lo deprisa que lo mueve. En realidad, no descansa. Lo que consigue es que el contrario se canse más, haciéndole correr tras un objetivo que nunca alcanza. El Barcelona de Guardiola culmina su estilo cuando consigue mover el balón a gran velocidad. Se le compara con el "dream team" de Cruyff, pero aquel equipo jugaba a dos toques y éste, a uno. Hace falta muy buena técnica y, sobre todo, mucha movilidad para conseguir la fluidez que se pretende.

EL DESBORDE.- Conservar el balón sería insuficiente. Hace faltar llevarlo hacia la portería contraria. Para eso se requiere creatividad, a la que se asocia inevitablemente el riesgo. El Barcelona cuenta con jugadores capaces se asumirlo. Uno es XVI, la principal referencia del equipo. Siempre está a la vista de sus compañeros y siempre resuelve bien cuando le dan el balón. Otro es Iniesta, cuya calidad en la conducción y en el regate en velocidad le permiten abrir zonas de desahogo para ganar metros y abrir espacios. Y, por supuesto, Messi, de quien todo lo que se diga será poco.

EL GENIO.- Messi es un genio del fútbol. Nació para serlo y la suerte de los aficionados españoles es poder seguir de cerca el desarrollo de sus capacidades hacia una cumbre que todavía no ha alcanzado. Primero se manifestó como un jugador de habilidad excepcional, con una conducción del balón única y una inventiva extraordinaria para el regate. Luego se empezó a manifestar su capacidad goleadora, de la que nadie duda ya. Pero todavía quedaba una fase más, la del crecimiento de su sentido táctico, esa cualidad, la superior en un futbolista, que permite que el equipo se beneficie al máximo de su aportación. Messi ya se mueve por esas alturas, reservadas a los elegidos donde la genialidad de la intuición se funde con la sabiduría. Juega dónde y cómo es más beneficioso para el equipo. Ante el Madrid no fue el goleador habitual pero transfirió esa función a quien tenía capacidad para serlo. A estas alturas está claro para qué ha ido Villa al Barcelona. Lo importante es que se entiende con Messi a la perfección. También, que entre los dos fabricarán muchos goles, como también los harán Pedro y otros. Lo de menos será quien se los anote si los logra el equipo.

¿Y EL MADRID?- Después de un resultado tan brillante y, sobre todo, de mostrar una superioridad tan manifiesta, el Barcelona sale muy fortalecido de la primera confrontación con quien es su único rival en el duopolio en que se ha convertido el fútbol español. Pero sería absurdo pensar que todo está resuelto ya en un campeonato de Liga al que le faltan dos tercios y el Madrid está condenado a otra temporada de frustración. Todo dependerá, sin embargo, de que sea capaz de asimilar la brutalidad del castigo. Mourinho debe dar ahora su verdadera talla. Tiene una gran plantilla, con jugadores extraordinarios. Guardiola le ha echado un cable a su colega al decir que entre los dos equipos no hay tanta distancia como parece indicar el resultado. Eso es, sin duda, cierto con carácter general. No lo fue en un partido en el que al Madrid renunció al realismo de admitir que su rival era demasiado fuerte y que era temerario plantearle el partido de igual a igual. Pero el Madrid puede aspirar a dar la vuelta a la tortilla. Un equipo que cuenta con un gran portero como Casillas, con defensas extraordinarios como Pepe y Carvalho, con futbolistas del oficio de Xabi Alonso, con jugadores tan prometedores como Özil y tan eficaces como Higuaín y tan espléndidamente dotados como Cristiano Ronaldo, narcisismo aparte, con Marcelo, con Sergio Ramos y con tantos otros, tiene sin duda con qué. Además, el Barcelona es el primero que necesita que no le dejen solo.