Oviedo, Nacho AZPARREN

Para muchos, todo se reduce a una cuestión económica. Algunos prefieren situar el inicio de la cuesta abajo en diferentes fechas, como la desgraciada muerte de Peter Dubovsky o el abandono del viejo Carlos Tartiere, con la carga de emotividad que encierran ambos sucesos. Pero el verdadero punto de partida en la debacle azul se fija el 3 de agosto de 2003. El día en que se confirmó el descenso administrativo del Oviedo por impago a sus futbolistas. Una cuestión económica, al fin y al cabo.

Desde entonces, el plan de recuperación económica ha sido un desastre. Tras superar los problemas iniciales con el concurso de acreedores y la masa social, el Oviedo se ha convertido en un pozo sin fondo. Salvado por las ayudas públicas (según los datos del Principado y el Ayuntamiento de Oviedo, el club ha dilapidado más de 10 millones de euros desde 2001), con auténticos malabarismos a la hora de presentar las cuentas y con una partida de gastos que supera año tras año a la de ingresos, la situación tiene pocos visos de mejora. Pero, ¿cuál es la razón de que el Oviedo permanezca en esta espiral de gasto desmesurado?

«El club ha vivido por encima de sus posibilidades. No se puede contratar un autobús lujoso para viajar por los campos de Tercera. Ha faltado humildad y contención», afirma categóricamente Sabino López, ex directivo del Oviedo y uno de los «padres» de las sociedades anónimas deportivas. Su opinión no es la única. Pedro Luis Fernández, presidente de GAM y ex consejero del Oviedo en sus años en Primera, coincide en el análisis: «Se ha intentado mantener un status de Primera con criterios más próximos al autobombo y a acrecentar el ego que a la correcta praxis deportiva».

Los datos facilitados por el club asustan. El próximo 29 de diciembre el Oviedo celebra la junta de accionistas en el Auditorio. Sobre la mesa, un ejercicio que presenta un déficit de 910.000 euros, cuando se había presupuestado un superávit de 2.000. No es novedad. El año anterior el déficit creció hasta los 1.298.577 euros. En medio de tanto gasto siempre ha existido un elemento accidental al que agarrarse. Ocurrió hace dos años con la venta de las marcas al Ayuntamiento por tres millones de euros, o esta misma temporada con la contabilización como ingresos de los 407.830 euros de una sentencia favorable respecto a la Caixa, aún pendiente de recurso.

«Los balances de una empresa siempre se pueden "pintar", pero esa situación en algún momento estalla», defiende Sabino López. «Estando en Segunda B esta política de gasto es absurda. Se gasta en jugadores de fuera cuando lo más económico es apostar por gente de la casa», apunta Manuel Lafuente, ex presidente. Al alto nivel de gasto tampoco le ha acompañado una marcha triunfal por la competición como recuerda Toni Fidalgo, que fue máximo dirigente del Oviedo durante un breve período de tiempo en 2007: «El fútbol no es una ciencia exacta. Ni siquiera una buena gestión asegura el éxito. Sólo se premia el sentido común y el conocimiento».

Los ejemplos son claros: el Oviedo mantiene una partida de 1.600.000 euros en su presupuesto respecto al personal (la mayor parte de la primera plantilla), mientras que el presupuesto de la primera plantilla del Caudal es de 210.000 euros. En la actualidad ambos equipos marchan igualados a puntos.

Entre el análisis de los errores también existe espacio para las soluciones. La primera que pasa por la cabeza de cualquier analista es la ampliación de capital. Entre las opiniones consultadas existen discrepancias. «Sólo veo dos salidas: que el máximo accionista ponga dinero o una ampliación de capital», argumenta Fidalgo. «Hacer una ampliación de capital en estas condiciones es como echar gasolina a un coche que no funciona», indica Pedro Luis Fernández. «No urge tanto una ampliación de capital como una contención en el gasto», observa Lafuente. «La ampliación sólo sería una solución de urgencia», tercia López.

El propio López propone una alternativa: la cesión de las acciones. La idea del ex directivo pasa porque Alberto González ceda los derechos políticos de sus acciones durante un tiempo determinado y, cuando se cumpla ese plazo, se establezca una opción de compra sobre las mismas. «González se apartaría de la gestión durante cinco años y, tras ese plazo, se establece un precio de compra de las acciones dependiendo de la categoría en la que milite el Oviedo en ese momento. Todas las partes salen ganando», defiende López.

Para la gestión del club durante esos cinco años, «el Alcalde podría buscar un grupo de empresarios fuertes económicamente», según el ex directivo. «Y que tengan conocimientos sobre fútbol», añade Fidalgo, que se suma a la idea. «La única salida es que se deje trabajar a un grupo de personas ajenas al actual consejo», sentencia Lafuente.