El Dépor es como ese ciclista que se resiste a que le dejen descolgado o el atleta al que todo el mundo da por vencido, pero siempre tiene un último aliento para el sprint final. Sus problemas económicos, fundamentalmente por los elevados contratos que tiene en su, cada vez más, devaluada plantilla, han hecho temer en más de una ocasión por su supervivencia entre los más grandes. Pero posiblemente el instinto de campeón que aún tiene le ha sacado adelante.

Lotina es de esos entrenadores que siempre cumplen. Nunca llama la atención, ni sus equipos son el paradigma del espectáculo, pero si quieres un entrenador que cumpla los objetivos, llama a la puerta del técnico vizcaíno. Es capaz de estar tres meses sin conseguir una victoria y cuando está tremendamente apretado y cuestionado se saca de la chistera algún cambio táctico que casi siempre trae buenos resultados.

Cierto es que los veteranos que tiene en el grupo, como Valerón, Manuel Pablo, Lopo o Aranzubía, son estupendos profesionales, además de un excepcional punto de apoyo para los compañeros más jóvenes y para su técnico. En una Liga tan larga como la nuestra son detalles que influyen sobremanera en el rendimiento de los jugadores. Para que un equipo funcione, primero tiene que ser un grupo bien avenido y los gallegos posiblemente sean mejor grupo que equipo.

El Deportivo comenzó con una filosofía de juego alegre, preocupándose más de la portería del rival que de la suya. Los resultados no llegaron y surgieron las dudas. El cuerpo técnico modificó el modelo de juego, como ya hizo hace dos temporadas, y de nuevo el equipo ha vuelto a asimilar a la perfección el sistema.

El Deportivo no es un equipo que maraville al espectador ni que sea capaz de aprovechar la calidad de sus jugadores para desequilibrar los resultados. Se han blindado en la línea defensiva con tres centrales, junto a dos carrileros de corte defensivo. Esta línea está compuesta por Aythami, Lopo y Colotto, como centrales, y Manuel Pablo y Seoane, como laterales. En el medio campo utilizan dos hombres, buscando una dosis de calidad y trabajo. Antonio Tomás y Rubén Pérez son más de talante destructivo que constructivo, mientras que Rodríguez y Domínguez son lo contrario. En momentos puntuales siempre podrán aprovecharse de las últimas gotas de calidad de un auténtico mago del balón como es Valerón. En su zona ofensiva utilizan tres jugadores que tienen total libertad de movimientos.

Es un equipo mucho mejor defendiendo que atacando, con poco poder realizador y al que le cuesta un mundo poder manifestar su superioridad en el terreno de juego. En definitiva, un equipo al que le cuesta muchísimo superar al rival cuando hay pocos espacios, sintiéndose mucho más cómodo replegado. Una de sus estrategias está en los robos de balón en zonas defensivas, donde acumulan muchos efectivos, y buscar transiciones muy rápidas hacia sus tres delanteros. Siempre va a ser difícil sorprenderlos al contraataque o en superioridad numérica.