Alberto González, máximo accionista del Oviedo

Oviedo, José PALACIO

«La presión no me obliga a vender», aseguró ayer el máximo accionista del Oviedo, Alberto González en relación a las negociaciones que mantiene abiertas -existe un principio de acuerdo- con el grupo mexicano Pegaso para la venta de su paquete accionarial del Oviedo. El promotor inmobiliario Alberto González, de 43 años, repasa en esta entrevista las claves de la operación y el futuro del club.

-¿Cómo surgen los contactos con el grupo Pegaso?

-De casualidad. Fui a México por motivos profesionales. Habíamos tenido contactos anteriores y quedamos en hablar. Surgió la posibilidad porque ellos estaban interesados desde hace tiempo en el Oviedo. La diferencia es que yo puedo vender, cosa que Manuel Lafuente no podía hacer en su momento.

-Usted no quería vender. ¿Cómo le convencen?

-Mi ciclo en el Oviedo se agotó. El cansancio y el desgaste es inmenso y lo que necesita el club es estabilidad.

-¿Se va por la presión de la afición?

-No. La presión no me obliga a vender. Todo tiene su tiempo y su momento.

-¿Es la primera vez que recibe una oferta en los 4 años que lleva como máximo accionista?

-Sí.

-¿Tiene más ofertas?

-Otras dos, todas de fuera de Asturias, pero voy a respetar el pacto de caballeros que hicimos en México. Echo de menos a los empresarios asturianos que manifestaron sus intenciones de entrar en el club, pero nunca se han dirigido a nosotros. Es muy fácil hablar, pero al final nadie pone el dinero.

-¿No se volverá atrás?

-Di mi palabra y vendo. No es una cuestión de dinero, sino de dejar al Oviedo en las mejores manos posibles. Como empresario es lógico que pueda escuchar otras opciones, pero este grupo lo tiene todo, son gente de fútbol, tiene dinero y quiere al Oviedo. Con otros condicionantes no haría la operación.

-¿Qué es lo que falta para que se pueda cerrar la operación?

-Hay un protocolo de intenciones, un principio de acuerdo, pero llevar la operación a efecto antes de que se celebre la junta general de accionistas, el día 29, no es fácil.

-¿Por qué?

-Porque queda muy poco tiempo. Lo ideal sería que se pudiesen firmar todos los documentos antes de esa fecha, pero solo quedan diez días con las fiestas navideñas de por medio.

-¿Cuáles son esos documentos?

-Los lógicos en cualquier operación de compra-venta. Nadie se aventura a realizar una inversión sin tener todos los documentos en su poder, no como hicimos nosotros cuando llegamos al Oviedo.

-¿Qué ocurrirá si no se firma la venta antes de celebrarse la junta general?

-Que todo se retrasaría. Conllevaría la celebración de una asamblea extraordinaria, con los plazos consiguientes y el proceso se dilataría. Lo que está claro es que si yo fuese a comprar utilizaría la misma táctica. Hay diferencias en el ritmo de la negociación y no se llega a un acuerdo tan rápido.

-La cantidad que se está manejando para la venta es de dos millones de euros. ¿Es así?

-A falta de algún fleco, está alrededor de esa cifra. Hay que tener en cuenta de que además de las acciones de Control Siglo XXI, también tengo acciones del Oviedo a nivel personal.

-¿Se desprenderá de todas las que tiene a título individual?

-No lo tengo claro todavía. Con todas no me voy a quedar, pero es posible que sí con algunas.

-¿Está el alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo, al corriente de las negociaciones?

-Se lo dijeron ellos, según leí en el periódico.

-¿Qué puede pasar en la junta del día 29?

-Se puede llegar con la operación cerrada, con lo que se procedería al traspaso de poderes o, en caso contrario, también se podría constituir un nuevo consejo de administración, con los nuevos gestores, condicionado a que los acuerdos privados estén firmados y se eleven a públicos. Sería la manera de que ya pudieran tomar posesión, independientemente de cuándo se produzca la firma.

-¿Se arrepiente de algo en los cuatro años de su gestión?

-Nunca me arrepiento de lo que hago, pero sí estoy dolido porque me considero tan oviedista como el que más, además de arriesgar mi dinero. Creo que el mal Real del Oviedo son los que se autodenominan los salvadores del Oviedo.

-Pero, algún error habrá cometido.

-Seguro, pero llevamos a cabo las bases de nuestro proyecto. Se redujo la deuda del club, se recuperaron las categorías inferiores en el Requexón, hay una ciudad deportiva en marcha, un museo del club, unos bajos en el Tartiere para explotar... y sobre todo, transparencia.

-En cuatro años han gestionado más de 12 millones de euros y el equipo sigue en la categoría en la que estaba.

-Tuvimos que asumir las deudas de los consejos anteriores y reconstruir el club. Apostamos por un modelo en el que era necesaria la inversión en la primera plantilla para tratar de conseguir ascensos y prueba de ello es que jugamos tres fases de ascenso. Eso nos genera un déficit anual de un millón de euros, pero era una inversión que había que realizar.

-Esta temporada parece condenada al fracaso deportivo.

-Falta mucho todavía. El grupo no es el mismo que el del año pasado. La plantilla es mejor, pero no está dando el rendimiento que se esperaba. Además, la presión de la afición sólo hace restar.

-¿Cómo valora la dimisión del presidente, Dámaso Bances?

-Es una cuestión personal y tengo que respetarla, lo mismo que cuando llegó al cargo.

-¿Le sorprendió?

-Era una situación que se venía arrastrando desde hace tiempo y estaba pasando por un momento muy delicado, pero no es una huida.

-¿Si al final vende, los nuevos propietarios tendrán alguna limitación?

-Ninguna. Tendrán que respetar los contratos vigentes, pero en lo demás tienen las manos libres para hacer lo que quieran, como cualquier propietario.