Un prurito de orgullo obligó al Hércules a intentar despedirse con una victoria. Los alicantinos salieron impetuosos, pero desinflaron en seguida. Quiso el azar que las primeras ocasiones le cayeran a Portillo, un futbolista que ha caído muy lejos de las expectativas que había levantado. Tuvo que ser Trezeguet, o lo que queda de él, quien midiese los reflejos del debutante Raúl con un disparo raso desde cerca. El cántabro puso el pie y repelió el disparo. El Sporting capeó el temporal y se asomó tímidamente al área local. Un cabezazo de Gregory y un libre directo de Ayoze fueron todo el bagaje ofensivo del primer tiempo.

El segundo tiempo fue un castigo excesivo para el equipo local. Sin ningún tipo de tensión, el Hércules se dejó ir y sólo la evidente falta de puntería de los delanteros rojiblancos, la misma que han demostrado durante toda la temporada, evitó que el Sporting cerrase el curso con una victoria. Las imprecisiones se convirtieron en norma en la defensa herculana. Barral le robó un balón a Pamarot y se plantó ante Unai Alba tras una galopada digna de un pura sangre desbocado. Tanto se aceleró que supo por dónde superar al portero y acabó tirándole al cuerpo. A Nacho Novo le pasó algo parecido. Un mal despeje del guardameta le entregó la pelota al gallego, al que se le hizo de noche entre un sinfín de amagos. Al final, ni tiró, ni pasó y la ocasión se fue.

La mejor jugada del partido la dibujo el juvenil Sergio. Flotó sobre la frontal del área, descargó un apoyo en Nacho Novo y tiró una diagonal que le llevó ante Unai Alba, pero demasiado forzado como para superarlo con una vaselina que apenas esbozó. A Preciado le quedaba un premio por repartir y la pedrea le tocó a Javi Poves, mientras Pedro Orfila y Alain veían cómo se les escapaba el sueño. Mareo puso el broche a una gran segunda vuelta.