Avilés, A. FERNÁNDEZ

Luis Cuenca sufre una rotura de fibras y no podrá jugar ante el Costa Cálida el partido que puede suponer la vuelta de los de Luanco a Segunda B. La baja del lateral derecho se suma a la del delantero Rubén Suárez, que sigue pendiente de un reconocimiento médico por la rotura parcial del ligamento posterior de una rodilla que le provoca una gran inestabilidad en la articulación. El jugador gijonés se lesionó ante el Ribadesella a mediados de abril y no pudo recuperarse en su temporada más aciaga de los últimos años debido a las lesiones.

Los dos futbolistas fueron baja en el partido de ida, disputado hace una semana en Murcia, pero el técnico azulón, José Luis Quirós, confiaba en recuperar a Luis Cuenca para la vuelta. Al final no será posible porque la tercera resonancia practicada al jugador desvela que tiene una rotura en el cuádriceps derecho y que será baja al menos durante un mes.

La plantilla realizó ayer un suave entrenamiento casi al completo, puesto que a las dos bajas reseñadas se unió la de Iván Guardado, que suplió con buena nota a Luis Cuenca en el lateral derecho en campo murciano la pasada semana y que sufre unas pequeñas molestias musculares. «No entrenó más bien por precaución, pero seguro que podrá estar el sábado», señaló Dani Alonso, el preparador físico del Marino.

El equipo realizará esta mañana el último entrenamiento de cara al importante partido del sábado en Miramar (17.30 horas), en el que está en juego el primer asalto para lograr el ascenso, el gran objetivo de la temporada.

En el club se viven las horas previas con optimismo, aunque con cautela, después del buen resultado cosechado en el campo de El Mayayo de Sangonera la Verde (2-2). El equipo se mostró superior a su rival en algunas fases del partido, sobre todo con el empate a un gol, pero no sacó provecho de su dominio y encajó un segundo tanto inesperado que pone de manifiesto la entidad del rival.

Quirós alertó sobre el Costa Cálida y considera que lo más importante es controlar el estado de ansiedad de los suyos para evitar que la presión les juegue una mala pasada. «Jugar en casa es más difícil que hacerlo fuera y la presión que tuvieron ellos hace una semana la tendremos nosotros ahora, pero hay que saber controlarla», explicó. La mezcla de juventud y veteranía de la plantilla invita al optimismo.