GIJON / Víctor Rivera

Su compañero de asiento en el vuelo que llevaba al Sporting hasta Alicante para disputar el último partido de la temporada le preguntó: «¿Qué lees?». La respuesta no le sacó de dudas: «A Karl Marx». Nueva pregunta en el diálogo entre futbolistas: «¿Y ése quién es?». Javier Poves Gómez (Madrid, 28-9-1986) cierra el «Manifiesto comunista» y le explica a su compañero de equipo: «Éste es uno que dijo que iba a ayudar a los trabajadores, pero que luego les engañó». Y reanudó la lectura. Antes, leyó «Mein kampf», el libro escrito por Adolf Hitler. «No tengo definido mi punto de vista. Lo que quiero ahora es leer mucho e informarme sobre todo».

Nada más lejos del clásico estereotipo de futbolista que este central del Sporting. Tras pasar por las canteras del Atlético de Madrid y del Rayo Vallecano y por los equipos de Las Rozas y Navalcarnero. Poves se incorporó al filial del Sporting en el verano de 2008. La temporada pasada dio el salto al primer equipo, con el que tiene un año más de contrato, pese a que apenas contó para Preciado, quien le regaló los diez minutos finales del encuentro ante el Hércules para que debutase en Primera como lateral izquierdo. Hasta aquí alcanza la típica historia de un futbolista que intenta hacerse un hueco en el fútbol profesional. Lo que distingue a Javi Poves de sus compañeros empieza cuando abandona Mareo.

«No me siento muy identificado con el mundo del fútbol», espeta a las primeras de cambio mientras atiende la llamada de este periódico desde la localidad italiana de Génova. Poves estudia italiano, pues se siente muy atraído por Italia, y se ha matriculado en Historia. «El fútbol para mí es dinero. Cuanto más conoces te das cuenta de que todo es dinero, está podrido y te quita un poco la ilusión. Cuando era pequeño sí que jugaba por amor al deporte», confiesa.

El inconformismo de Poves trasciende los límites de un terreno de juego. Y muestra la misma aversión hacia el sistema en que le ha tocado vivir fuera del fútbol y a su organización política. Poco antes de viajar a Alicante pudo vérsele en la plaza Mayor de Gijón charlando con los integrantes del movimiento 15-M que han acampado allí, aunque rápidamente se desvincula también de ellos: «Fui a informarme de qué buscaban, pero no comparto absolutamente nada con ellos. Es un movimiento creado a propósito por los medios de comunicación para canalizar ese malestar social que hay y para que esa chispa no se vuelva peligrosa e incontrolable para el sistema». Poves detecta oscuras manos guiando un movimiento que se ha vendido como espontáneo e insiste en que «es un lavado de cara para el sistema capitalista, pero no un cambio radical, que sería lo que haría falta».

Su padre es repartidor de refrescos en Madrid y su madre regenta junto a su hermana una tienda de productos ecológicos cerca de la Puerta de Toledo. El defensa rojiblanco muestra un alto grado de compromiso y por eso entiende que «la solución no es que a una persona a la que le pagan 800 euros pasen a pagarle 1.200, hace falta algo más profundo y todo el mundo debería estar involucrado en esto».

Poves lo dice desde la comodidad que le brinda su realidad económica, modesta comparada con sus compañeros de vestuario, pero muy superior a la de cualquier joven de su edad. «Somos unos privilegiados. Gano más que el 99% de la gente de mi edad. Quizá mi punto de vista pueda parecer un poco egoísta», reconoce, y con ello confiesa una situación que le provoca una angustia interior. «Vivo con muy poco dinero», se apresura a matizar. Su coche, un Smart, es uno de los más pequeños que se aparcan en Mareo.

A pesar de sus inquietudes sociales, Poves no ejercitó su derecho al sufragio en las recientes elecciones municipales y autonómicas. «No voto porque repudio totalmente la política y el actual sistema parlamentario me parece una patraña», defiende. En general, lo que le molesta es el bipartidismo reinante en el panorama político actual: «El problema es que o eres de derechas o de izquierdas. Yo no soy de nada, soy antitodo eso. No sé cuál es la palabra que me define, creo que lo llaman antisistema».

El caso de Javi Poves no es nuevo en el fútbol español y guarda alguna similitud con el del ex jugador del Barcelona, actualmente en el Ajax de Amsterdam, Oleguer Presas, aunque aquél tenía un marcado carácter nacionalista. Poves no comparte tampoco las inquietudes del zaguero catalán. En su día dejó los estudios para dedicarse al fútbol y ahora quiere retomar los libros, por eso ha superado la prueba de acceso a la Universidad para mayores de 25 años.

A pesar de dedicarse profesionalmente al fútbol, es plenamente consciente de su efecto narcótico sobre la sociedad. «Aunque se quiera estar contra el fútbol no se puede. La gente lo ve, incluso los antisistema. Vas a una reunión de «punkies» y paran para ver el fútbol, a pesar de que saben que existe para adormecer a la población».

Cuando regrese de las vacaciones, Poves tendrá que clarificar su futuro. Tiene un año más de contrato en Gijón, pero el quiere jugar «aunque sea en Irán».