Gijón, Ángel CABRANES

La afición es soberana y ayer dio muestra de ello. Buena parte del millar de aficionados que acudieron a El Molinón a la presentación de la nueva equipación del Sporting despidió entre abucheos la que será la camiseta titular de los gijoneses. Las delgadas líneas rojas sobre un fondo blanco de la prenda, que rompe con la uniformidad de las históricas rayas rojiblancas, se entendió como una traición a los valores de un club centenario. La firma italiana Kappa, que vestirá al equipo los tres próximos años, no empieza con buen pie.

La ilusión inicial terminó en fraude. La afición comenzaba a llenar la Tribunona deseosa de conocer las que serán las nuevas camisetas de su equipo. El cambio de marca, tras catorce años en los que la empresa encargada de vestir al Sporting había sido Astore, se entendía como un paso adelante hacia el crecimiento de la entidad. «Hemos escogido al Sporting por tres razones: es un club centenario, cree en el fútbol y tiene una afición que apoya tanto en los buenos como en los malos momentos», explica al público José Luis Sanz, director de Kappa Iberia, la sede en España de la firma italiana. La intención recibe aplausos.

Los mismos que minutos antes sirven para saludar a uno de los iconos del sportinguismo. Enrique Castro Quini, todavía convaleciente de su reciente operación de rodilla, se ayuda de unas muletas para tomar asiento en el banquillo y aguardar a la salida de los jugadores. Él es testigo directo del radical cambio de imagen del Sporting. El periodista gijonés Rodrigo Fáez es el encargado de anunciar, paulatinamente, la entrada de prendas que empiezan con el chándal del cuerpo técnico y siguen hasta el punto de exhibir bermudas, polos y sudaderas. «Es un estilo moderno y vanguardista. Seguro que le va a gustar a la gente», señala Preciado desde la tribuna colocada en el centro del campo a forma de pasarela.

Los modelos contentan a los seguidores, que empiezan a afinar su vista cuando se anuncia la que será la tercera camiseta del Sporting. Nacho Cases es el encargado de lucirla y desata una sonora ovación. «El blanco nos queda bien hasta a los feos», bromea el canterano sobre la prenda, que incluye ribetes rojos en el pecho. Rápidamente se corre turno y la equipación suplente emerge del túnel del vestuario. Jorge y Barral ejercen como anfitriones. Nueva reacción positiva de la grada, que sólo discrepa cuando valora el color champán que salpica la manga izquierda.

Cuando De las Cuevas, Gregory y Canella saltan al campo con la primera camiseta, la que se lucirá en todos los partidos de El Molinón, comienzan los abucheos. Los jugadores hacen escala en el improvisado estrado y contemplan estoicos la reacción del público. Los futbolistas se disuelven con más velocidad y, entonces sí, los silbidos empiezan a atronar. Muchos se levantan de su asiento y se van para casa.

«Es una falta de respeto a los valores de este club. Esta camiseta no tiene nada que ver con lo que representa el Sporting», advierte con gesto contrariado el gijonés Celestino Bárcena. Él fue uno de los muchos que empiezan a mostrar su malestar en los corrillos que se forman en los aledaños del campo para comentar la nueva elástica gijonesa. «Se olvidan de la tradición del equipo después de tantos años. Es más blanca que rojiblanca. No me gusta nada», afirma Jesús Abad, socio del club desde hace décadas. Otros lo resumen de manera más pragmática: «Es una auténtica mierda», asegura el avilesino Gustavo Ruiz.

La opinión entre los aficionados más veteranos es casi unánime: rechazo a la nueva imagen del Sporting. Cuando se trata de consultar a sportinguistas más jóvenes, el veredicto difiere. «Entiendo las críticas, pero los tiempos cambian. Hay que innovar e ir con las tendencias actuales. Creo que eso no significa dejar de respetar la tradición», sostienen Iván Antuña y Miguel Mendocilla. Sus hijas les responden rápidamente: «Papi, ¿me comprarás la roja no?». Y es que, aunque los más permisivos defienden los nuevos tiempos, los mayores piropos no son para la rojiblanca.

«La segunda y la tercera son guapas. Incluso hasta las de los porteros, pero es que la titular...», afirma José Rodríguez. Este gijonés de 26 años añade razones a su rostro dubitativo: «Las rayas rojas casi ni se ven. Me parece bastante arriesgado». Los debates que se inician en el campo no son los únicos. Minutos después de la presentación, las redes sociales echan humo. Kappa se convierte a lo largo del día en una de las diez palabras más repetida en España en la plataforma Twitter. Allí se pueden encontrar desde comentarios jocosos que creen que el jefe de diseño de la firma italiana «es del Oviedo», hasta reflexiones de los futbolistas. «Las tres equipaciones del Sporting. Me gusta», asegura David Barral, que acompaña su cita de una foto en la que aparecen Nacho Cases, Canella y Jorge. Facebook tampoco es ajeno a todos estos cambios y el gijonés David Aranda ya ha creado el grupo «Traición a la historia rojiblanca». A éste se va uniendo gente que comparte su opinión, que ya supera el doble centenar de aficionados.

«¡Qué vergüenza!», apunta Miguel Acebal; «Esto no nos puede representar por los campos de España», asegura Luis Cao; «No me lo puedo creer!», añade Diego Esteban en unos comentarios que se multiplican exponencialmente en internet. Pero para gustos, los colores. La polémica no evita las primeras colas en las tiendas oficiales del club. La primera en abrir es la situada en El Molinón. El final del acto en el que se dan a conocer las equipaciones coincide con la apertura del primero de los tres establecimientos rojiblancos en la ciudad. Medio centenar de aficionados esperan su turno. El primero, el gijonés Pablo Infiesta, de 17 años, otro firme defensor de los cambios. «Me he comprado la rojiblanca porque me encanta. Comprendo que haya gente que pueda estar enfadada, pero a mí me convence», justifica. La boutique de la calle San Antonio abre sus puertas por la tarde, y el escaparate es protagonista de más opiniones entre padres e hijos: «Si la que quieres es la rojiblanca, no te compro ninguna», se escucha. ¿Tradición o renovación? El volumen de ventas decide ahora.