Me arrepiento de no haberle dicho en alguna reciente ocasión a Emilio Llamedo lo que ahora os cuento. Y ya que no tuve el suficiente valor para decirle lo mucho que agradezco su contribución al desarrollo del piragüismo asturiano y español, se lo digo desde esta tribuna. Supongo que también lo hago para atenuar el dolor que siento por la repentina marcha de quien tanto apreciaba y respetaba.

Querido Emilio: Te has ido sin avisar. Me da la impresión de que el hermetismo en las noticias sobre lo que te pasaba también fue una orden tuya a los que habitualmente te rodean, para no hacer sufrir a tantos amigos a quienes querías ahorrar el mal trago. Si no fuera por lo macabro que suena en estos momentos, podría aplicársete lo de «genio y figura hasta?».

A finales de los 80, cuando el liderazgo del piragüismo asturiano empezaba a ser cuestionado por los piragüistas castellano-leoneses y gallegos, mucho más apoyados por sus administraciones, contribuiste decisivamente a mantener el gran nivel del piragüismo asturiano con tu gestión al mando de la Federación y la vicepresidencia en la Española. Mucho menos dinero que otros, pero mucho coraje, mucha determinación para defender (que me perdonen Marisa y tus hijos) aquello que más querías. Gracias a tu insistencia ante las administraciones pasamos en poco tiempo de la precaria situación que ofrecía el palacio Conde de Peñalver a la comodidad del Centro de Tecnificación en Trasona. Me consta que en la Dirección Regional de Deportes, en el CSD y en la junta directiva de la RFEP tenían que agarrarse los machos cuando reivindicabas algo justo y no había la receptividad que merecían tus propuestas.

Los palistas asturianos sabíamos que si había alguna dificultad durante la temporada en la concentración del equipo nacional, siempre encontraríamos tu ayuda para solventarlo o poder entrenar en buenas condiciones en Trasona. Ya buscarías tú la forma de ajustar el presupuesto para que todos los palistas que lo solicitaran dispusieran de embarcación, programa, entrenador, alojamiento, alimentación y atención médica.

Todo esto, y mucho más, viniendo de un «riachuelero». Un paisano del Oriente, de los que arrastran el culo en piragua por los «regodones» del río y que se partía el pecho por defender también a los de pista. Nunca el término «paisano» se ajustó tan bien a la personalidad de alguien como en tu caso. Paisano, que viene de quien es del país. De Asturias. asturiano hasta el tuétano, bonachón, exigente contigo mismo y con tus subordinados, mandón y autoritario (en el buen y necesario sentido) cuando procedía, querido y respetado, simpático, afable.

Cuando acudías a los grandes eventos internacionales, los Campeonatos de Europa o del Mundo de pista, como jefe de equipo, todos sabíamos, mucho más los asturianos, que estaríamos muy bien atendidos. No nos faltaría de nada durante la competición. Y, sobre todo, no nos faltarían tu cariño y apoyo incondicional. No te hacía falta titulación académica en psicología deportiva para saber decirnos en momentos de tanta tensión la palabra adecuada con el gesto más oportuno, que acababa tranquilizándonos o poniéndonos en situación para hacer lo mejor por nosotros o nuestro equipo. Lo primero para ti eran los deportistas. Protagonismo para ti, ninguno.

Y te has ido, Milio. Para siempre. En vísperas de tu Sella, nuestro Sella. No me cabe duda de que habrás luchado lo indecible para evitar a tantos amigos el mal trago de hacer coincidir tu marcha con el Descenso. Querías marcharte discretamente. Y no ha podido ser. Ya tiene que haber sido grave el desarreglo que tenías dentro de ti para que haya podido con tus ganas. Esta vez no te has salido con la tuya. El que todo lo gobierna habrá decidido que mereces algo más que un salir por la puerta de atrás y te ha abierto la principal en la semana del Descenso. Para que «todos?, todos?, todos» (rememorando el famoso reclamo de Dionisio de la Huerta en su pregón) te recordemos convenientemente y te agradezcamos como se merece, en el momento adecuado, durante el Descenso del Sella, tu gran aportación al piragüismo asturiano y español.

Que Dios te bendiga, amigo.