Gijón, Ángel CABRANES

El paso de Diego Castro por el Sporting caló hasta en los cuadriláteros. Tal fue su repercusión entre los asiduos a El Molinón que una de las figuras del deporte gijonés, Alejandro Pereira, dio el salto al boxeo profesional portando la camiseta del gallego. Utilizada durante la presentación de cada uno de sus combates, este campeón de Europa de fullcontact y dos veces campeón de España de boxeo amateur tendrá que renovar ahora parte del vestuario. La marcha de su ídolo al Getafe no ha mermado su admiración por el futbolista, pero le obliga a pensar en un relevo para el dorso de la zamarra rojiblanca. Ante todo, está el Sporting.

«Le había visto en alguna de mis veladas, pero no tuve la oportunidad de hablar con él», explica Alejandro Pereira sobre la primera toma de contacto con Diego Castro. El encuetro personal tuvo lugar el pasado año, en Mareo, donde tras un entrenamiento, un amigo en común, José Villa, le presentó al gallego. «Es un jugador increíble y tenía interés en conocerle. Me impactó que fuera tan amable, incluso me regaló su camiseta. Fue un orgullo y desde entonces decidí ponérmela durante los prolegómenos de cada combate», descubre el gijonés.

El estreno portando la prenda de su ídolo no fue uno cualquiera. Sucedió en su segundo combate como boxeador profesional, tras su debut en Gijón. Tocaba viajar hasta Madrid y suponía un trampolín deportivo y mediático para empezar a conquistar su próximo objetivo: ser el mejor del peso pluma a nivel nacional y conquistar un título que se le resiste a los asturianos en los últimos 30 años. «Siempre me gustó que me identificaran con Asturias y Gijón. Desde aquel día la gente que no me conocía empezó a hablar de mí como el de la camiseta del Sporting, la de Diego Castro», destaca ilusionado.

Las siguientes apariciones de Pereira en el ring se fueron sucediendo siempre con el mismo rito: paseo entre el público vestido de rojiblanco y saludo desde lo más alto del cuadrilátero para que se viera bien no sólo el escudo, también las letras y el dorsal con el que se identifica. Así sucedió en mayo, cuando tuvo su última pelea. El problema será la siguiente.

«Su marcha ha sido una gran pérdida para el equipo y un pequeño problema para mí. No sería lógico seguir luciéndola porque ya no está en el club. Tampoco que me pusiera la del Getafe, a pesar de que me encanta como jugador y como persona», explica el púgil asturiano. El dilema le ha llevado a pensar en serigrafiar el nombre de otro futbolista, pero ya no sería lo mismo. «Diego era Diego, ninguno se le parece. Tendré que poner el mío», asume el protagonista como si recibiera el último gancho.