La suerte ha sido un factor diferencial». Nuestro gran maestro, Mou, aclaró al mundo en rueda de prensa el porqué de nuestra derrota frente al Barcelona. La suerte. Vamos, el luso dijo que somos unos gafes del nivel de Roy Sullivan, un hombre que fue alcanzado por un rayo ¡en siete ocasiones! Y como Mou siempre tiene razón, vamos a ver los momentos clave en los que la suerte jugó un papel decisivo y que le pueden servir al portugués para justificarse con Tito Floren.

Uno: nuestro primer gol es de suerte. No nos engañemos. La cara de Benzema al rematar no es de alguien que está sufriendo una visión profética de gol imposible. Es pura sorpresa al estilo de «vaya, ¡sí que están buenos los yogures del DIA!».

Dos: Messi sabía andar. Qué lío. Cuando nos habían asegurado que el jugador argentino se iba a quedar parado durante los noventa minutos y que no iba a hacer nada, el tipo anda, corre y hasta da asistencias de gol. Mala suerte.

Tres: a Fernández Borbalán se le pinzó un testículo cuando iba a enseñar la segunda tarjeta a Messi. No es que no quisiese, es que una malformación en su pantalón Adidas le aprisionó un huevo y sólo pudo pensar en el nuevo pelo de Hilario Pino para tranquilizarse.

Cuatro: Benzema cayó en una disrupción de espacio-tiempo. El francés no estaba allí. Le atrapó el humo negro de «Perdidos» e Higuaín, que entró por Di María, estaba más desorientado que Isabel Preysler en un polígono.

Cinco: un suceso inesperado ocurrió entre Piqué y Marcelo al darse la mano. No fue que Marcelo no quisiese tocar esos dedacos que soban a Shakira en festivo y laborable. Bertín Osborne estaba en el anfiteatro y el brasileño se distrajo porque es muy fan del creador de «Como un vagabundo».

Seis: no nos metieron el cuarto. Eso sí que fue suerte. Punto.

Trece: Carlos Sainz estaba en el Bernabeu. Decidido. Mou, olvídate de los azares de antes. La principal causa de que el Madrid perdiese fue que ¡Carlos Sainz pusiese el pie en nuestro coliseo! Qué desastre, el deportista más gafe de la Historia de España «in the house of whites» y nosotros creyendo que íbamos a ganar. Imposible de arrancarlo, amigos, imposible de arrancarlo.