Pacheta celebró el domingo su partido liguero número 30 haciendo lo que mejor sabe hacer: ganando. Los datos desde que el burgalés llegara a Oviedo no mienten. En los 30 partidos ligueros (13 de la temporada pasada y 17 de la actual) el técnico ha logrado sumar 63 puntos sobre 90, el 70 por ciento de los que había en juego. Las 19 victorias en esta etapa suponen un llamativo 63 por ciento de encuentros que acabaron con victoria azul.

La estadística de Pacheta con el Oviedo responde a arreones bien definidos. El técnico no pudo empezar con mejor pie. Con el equipo al borde de los puestos de descenso, la reacción llegó de la mano de un nuevo técnico. Éibar, Peña Sport, Bilbao Athletic, La Muela, Alavés y Lemona fueron los primeros en comprobarlo. El Oviedo sumó 16 puntos sobre 18 y el objetivo de salvar el descenso pasó a segundo plano. Algunas mentes optimistas apuntaron incluso al cuarto puesto, casi una utopía.

Pero el ritmo era demasiado exigente. El empate ante el Guijuelo (2-2) y la contundente derrota en León (4-1), sirvieron para comprobar que la temporada no guardaba ninguna sorpresa inesperada. El final de campaña sí dejó, en cambio, margen para nuevos récords. El rodillo dio las primeras muestras de poderío derrotando consecutivamente a Zamora, Caudal, Osasuna Promesas, Real Sociedad B y Real Unión de Irún. Cinco victorias seguidas sin encajar un solo gol, récord hasta la fecha del burgalés.

El inicio de esta campaña reservó una sorpresa desagradable para el oviedismo. En las cuatro primeras jornadas no se apreció ni rastro del equipo que maravilló al final de la campaña anterior. Un sólo punto en cuatro jornadas parecía un saldo demasiado pobre incluso para un técnico con unos precedentes tan prometedores. En los días más complicados, la Copa sirvió como válvula de escape. Eliminar a Lugo y Salamanca dio aire al equipo. Y los resultados ligueros empezaron a llegar.

La dolorosa derrota en Alcalá sirvió para espolear al equipo de una forma definitiva. La forma en que llegó la victoria del Alcalá (1-0) hizo que las alarmas se encendieran de forma definitiva. Por primera vez, el técnico tuvo que escuchar preguntas sobre su futuro en el club en la rueda de prensa posterior al partido. El Vecindario, colista en ese momento, sería el siguiente rival en acercarse al Tartiere y las perspectivas no eran las mejores.

Pero entonces apareció el rodillo. Lo hizo con una mezcla de fútbol físico, olfato para las segundas jugadas y sobre todo una fuerza mental a prueba de bombas. La racha es incontestable: el Oviedo lleva nueve jornadas sin conocer la derrota. Sumar 23 puntos sobre 27 posibles tiene como consecuencia inmediata un acelerón notable en la clasificación. De estar coqueteando con los puestos de descenso ha pasado a asentarse cómodamente en los puestos de «play off». Y lo que es aún más importante: lo ha logrado imponiéndose a rivales de postín. Albacete, Castilla y Tenerife son, junto al Lugo, los principales rivales de los azules esta temporada.

La eficacia ante los equipos teóricamente más fuertes es otra de las constantes en estos 30 partidos. Sólo el Lugo en Liga se ha escapado con vida del sistema de Pacheta (1-2 en el Tartiere). El Oviedo de estos 30 encuentros se ha impuesto a Éibar (2-1), Alavés (2-0), Real Unión (2-0), Albacete (1-2), Castilla (1-3) y Tenerife (1-0), todos ellos equipos que ocupaban un puesto en «play off».