Gijón, J. E. CIMA

El Real Madrid se impuso con claridad en la prórroga al Sporting en la final de la Supercopa indoor; pero antes, en el tiempo reglamentario, los rojiblancos tiraron por la borda un partido que tenían encarrilado (8-4) por su ambición por conseguir más goles. En los tres minutos finales, el árbitro Megía Dávila, que está en la nómina del Madrid, cometió dos graves errores que perjudicaron a los rojiblancos. Primero, permitió que una falta se adelantara 5 metros y en carrera para que Iván Pérez lograra el 8-7 con el tiempo ya cumplido. Y luego otorgó dos minutos de prolongación, que fueron dos más hasta que empató el Madrid, con tanto de Julio Llorente. Todo esto enfadó al público, que cantó el habitual «Así, así, así gana el Madrid».

Los discípulos de Redondo llevaron el partido por el libro, con un Tomás sobresaliente y certero en ataque que llegó a abrir el marcador y conseguir en total cinco dianas. Y con un Abelardo espectacular y dominador en defensa, que acabó también marcando dos goles.

Al recibir un gol a los 50 segundos, el Madrid pasó a ser conservador y sobre todo puso empeño en vigilar mucho a los ofensivos Fredi y Tomás. Pero el Sporting, con juego ordenado y certeros ataques, llegó al descanso con un esperanzador 4-1.

El Madrid salió desesperado y con Juanma y el goleador Iván Pérez llegó a ponerse con un 5-3 adverso. Vino la reacción del Sporting hasta conseguir un 8-4 que dejaba el partido sentenciado a falta de 12 minutos. Ahí el Sporting menospreció al rival y se empeñó en lanzarse al ataque, a pesar de que los técnicos Redondo y Claudio se desgañitaban mandando a los jugadores replegarse y jugar tranquilos.

Los sportinguistas tenían ocasiones, pero las fallaban, hasta que a falta de 3 minutos marcó Alfonso y motivó la reacción de su equipo.

«Al Madrid hay que pisarle y repisarle para que no se levante», dijo el lesionado Amavisca en vísperas del partido. Fue cierto, porque el desconcierto apareció en el Sporting, que pasó a ser una sombra fácilmente desbordable y el Madrid se creció. El árbitro Megía Dávila basculó la balanza hacia los merengues, primero dejando sacar una falta muy adelantada y sin parar el balón y luego, en vez de los 2 minutos de ampliación, que incluso se rebasaron cuando se lograba el 8-7, añadió otros dos que fueron determinantes para llegar a la prórroga.