El consejo de administración del Sporting afronta la semana con «la preocupación consabida», pero sin que se vayan a tomar decisiones trascendentes. El puesto de Preciado no corre peligro, al menos a corto plazo, aunque la distancia entre los técnicos y el consejo de administración aumenta con cada partido. La decisión de dejar en el banquillo a Nacho Cases, como la de sentar a Botía ante el Espanyol o la de recolocar a varios futbolistas desubicándolos sobre el césped, no acaban de gustar en la planta noble de Mareo. Los fichajes de las últimas dos temporadas están en la génesis del divorcio entre técnicos y directivos y la apertura del mercado de invierno, donde de nuevo los criterios son distintos, ha hecho supurar viejas heridas.

Los primeros lodos llegaron con la confección de la plantilla. Evidentemente descompensada, con posiciones sin cubrir y con superávit de futbolistas en otras demarcaciones, la plantilla del Sporting es un cúmulo de pequeños despropósitos. Aquellos barros de los que vienen estos lodos.

La gran sorpresa del verano pasado fue que no se fichara un sustituto para Diego Castro cuando se tenía constancia de su marcha con varios meses de antelación. El único interior izquierdo específico que había y que hay todavía hoy en el plantel rojiblanco es el canario Ayoze, cuyo rendimiento está muy lejos de satisfacer las expectativas. Sobre la mesa se pusieron varios nombres de futbolistas para la banda izquierda, pero fueron descartados uno tras otro por distintos motivos.

El fichaje de Damián Suárez, un lateral derecho traído de Uruguay a cambio de 500.000 euros, se cerró varios meses antes de que concluyese la pasada temporada. Fue una operación que siempre estuvo en cuestión. Lora fue el futbolista que más minutos disputó en la temporada pasada y muchos sectores del club no compartían la necesidad de pagar ese dinero por un futbolista que llegaba a Gijón con la vitola de reserva. Hoy, Damián ha perdido completamente la confianza de su entrenador.

En verano los técnicos apostaron firmemente por las incorporaciones de André Castro (una cesión cuyo montante ronda los 750.000 euros), de Ricardo (que sólo ha disputado el partido ante el Atlético de Madrid en el que jugaron todos los reservas y es un descarte habitual de Preciado) y de Óscar Trejo (por el que se pagó un millón de euros). De esta forma se reforzaban el centro del campo y la mediapunta, precisamente las dos posiciones mejor cubiertas junto con la portería.

Cuando se planteó la posibilidad de fichar a Trejo por un millón de euros el club tuvo la posibilidad de acometer otras operaciones como la contratación de un delantero o un interior izquierdo, pero fueron los técnicos quienes apostaron firmemente por el argentino a pesar de que ya tenían a De las Cuevas, Nacho Novo y Carmelo para un mismo puesto, en el que suele jugar André Castro.

Al no reforzar la banda izquierda el sacrificio es doble, puesto que Preciado intenta cubrir la ausencia de Diego Castro escorando a De las Cuevas. Con esta decisión el técnico desviste dos santos y sacrifica a su futbolista de más talento.

Las carencias de una plantilla van apareciendo a lo largo de una larga temporada. Las sanciones de Lora y Botía obligan a Preciado a alinear a todos los defensas que le quedan ante el Málaga. Porque el Sporting es el único equipo de la Liga que afronta la temporada con sólo tres centrales y tres laterales. La aparición de Gálvez viene a parchear estas carencias. Salvo sorpresa de última hora, Preciado alineará ante el Málaga la misma defensa que ya naufragó ante el Espanyol, aunque en aquella ocasión el técnico lo hizo por elección propia.

El Sporting intenta aprovechar el mercado de invierno para compensar una plantilla mal confeccionada. Para ello tendrá también que abordar la salida de algún futbolista, aunque no le guste a Preciado. Los candidatos a dejar el club son evidentes, basta con girarse hacia el palco en cualquier partido para ver que allí están siempre los mismos. El mercado de invierno es un riesgo, pero es mucho más arriesgado no hacer nada.