No fue una tapa sino una ración completa de árbitros lo que ayer tocó en Barcelona. Hace algunas semanas que los colegiados han dejado de ser un tema tabú en el Camp Nou. Se quejó Xavi, «este año no nos están ayudando», y abundó en el asunto Messi, justo después de tropezar en Villarreal y quedar a siete puntos del Madrid. «A veces son soberbios y te amenazan». Continuó ayer el presidente Sandro Rosell, en la presentación de un acto benéfico. «La cosa con los árbitros pinta mal esta temporada». Desde Barcelona apelan al espíritu de las ligas que ganaron en Tenerife después de remontarle al Madrid en los años noventa para intentar la machada este año. Por si acaso, meten presión a la caldera arbitral porque la carrera tras los blancos obliga a poner en marcha cualquier mecanismo legal. Y, de momento, la guerra psicológica no vulnera las normas. Pero a última hora de ayer apareció Guardiola para cerrar el asunto. Lo que ponía la hoja de ruta ya estaba dicho y entonces sería él quien pondría el punto y final desde la credibilidad que tiene su discurso. «En estos últimos cuatro años no ha sido ningún referente el tema arbitral, nada prioritario. El Barça no se queja de los árbitros. Otra cosa es que haya una acción puntual. Intento que los árbitros no existan, tienen un trabajo muy difícil y creo que no les ayudamos».

En Madrid no hablan. No de los árbitros, sino de nada en particular, porque Mourinho ha prohibido las entrevistas. Sólo en actos publicitarios como al que ayer acudió Callejón se les puede robar alguna opinión a los futbolistas. «Pensaba que en Barcelona no hablaban de los árbitros», dijo el canterano sobre las palabras de Rosell.

Guardiola domina el arte de tratar un tema sin hablar de él. Como ayer con los árbitros. Después de que el club lanzase varios mensajes, fue él quien puso la puntilla. «Intento que los árbitros no existan. El presidente ha sido modélico desde que lo es, al igual que lo fue Laporta. Si quieren hacer ver que nosotros nos quejamos, es una guerra perdida», dice quien considera al grupo que dirige un modelo de conducta. «Hemos sido un ejemplo en la celebración, en general nos hemos comportado muy bien, y en la derrota y empate hemos sido impecables, como debe ser este club. Porque dejamos el legado a los jóvenes», se recreó el entrenador del Barça.

Durante cuarenta y cinco minutos, con la excusa del primer acto de la semifinal de Copa de esta noche, habló Pep Guardiola de todo lo divino que rodea al Barcelona que él ha creado y elevado a los altares del fútbol. A él no se le llena el estómago de títulos. Ha ganado ya tres esta temporada (Supercopa de España, la de Europa y el Mundial de clubes), está en el penúltimo peldaño de la Copa y muy vivo en Europa. Pero Pep no va a renunciar fácilmente a la Liga. Y quiere convencer a sus futbolistas de que es posible. «Quiero que la gente sepa que haremos todo lo posible para ganar todos los títulos, que sientan que vamos a intentarlo». Guardiola detecta que algunos sectores del barcelonismo han bajado los brazos en cuanto a la Liga. «A mí nadie me va a convencer de que no podemos ganarla, aunque haya gente que no lo crea».

Para eso, Guardiola toca la fibra a sus futbolistas, les pide que den un poco más y que saquen lo que llevan mostrando desde que se puso al frente del proyecto. «Tengo que encontrar la manera de que estos chicos alarguen esto un poco más. Es mi reto».

No soltó una palabra sobre su renovación, después de que el club confirmase la desvinculación definitiva de Hleb y el salto de Cuenca a la primera plantilla. «Me tengo que superar cada día para ganarme la renovación, sentir que necesito seguir ganando y cuando lo sienta, Zubizarreta y el presidente lo sabrán».