La victoria del Granada sobre el insípido Málaga deja al Sporting a cuatro puntos de la zona de calma, quizá la distancia más grande de toda la Liga. El Málaga, con matices, repitió la historia del Anfield del Piles, aunque aquí la derrota fue aún más cruel porque ya fue en el tiempo de descuento. Pero, en fin, los problemas del Málaga que los resuelvan el jeque, Pellegrini y Fernando Hierro. La cuestión por estos pagos es que se solucionen los problemas de un Sporting que, al fin, una semana después, ha cerrado las dudas, si es que las había, sobre Iñaki Tejada. El anuncio de que seguirá hasta el final de temporada es oportuno porque despeja el panorama en el banquillo rojiblanco. Ahora lo que cuenta es que se despeje el panorama del equipo.

El día en el que se anuncia que Tejada llegará a final de temporada, uno de los más finos analistas del lugar llama para hacer un canto a la esperanza sobre lo visto en El Molinón en la mañana del domingo. Lo primero, dice, es que el Sporting, por vez primera en los últimos siglos, llegó al descanso con ventaja en la posesión del balón. Lo segundo, que los cambios tan cuestionados se debieron a necesidades del servicio; sencillamente, que fueron obligados por el estado físico de los jugadores, que pidieron ellos mismos el relevo. Tercero, que el equipo, milagro, fue capaz de rematar todos los saques de esquina que lanzó, lo nunca visto en la última glaciación. Cuarto, siempre según el fino analista, que los síntomas son de clara mejoría, aunque el resultado no fuera el esperado.

Pues si el fino analista lo dice, nada podremos objetar los simples testigos del devenir rojiblanco. Minutos después del anuncio sobre el entrenador, se conoció la llegada al club de Manfredo Álvarez, que, como dicen los presentadores sin imaginación, no necesita presentación. La radiodifusión pierde un puntal porque cambia de orilla y se convierte en el director de comunicación del Sporting. Fervorosa bienvenida a un profesional que, sin duda, conseguirá que la comunicación rojiblanca no sea unidireccional, sino multidireccional, como ha de ser cuando se habla de una entidad como la rojiblanca. Manfredo es el primero que es consciente de que tiene por delante una tarea difícil, aunque apasionante. Di Stéfano decía que suerte se le desea al que no sabe; Manfredo sabe, pero le deseamos la mejor suerte, la que se merece.

Y en éstas estaba el Sporting cuando la inevitable gestión ha de realizarse. Si pregunto, ¿molesto?: ¿qué entrenador de cierto prestigio se ofreció prácticamente por el menú del día y la cama de una pensión al Sporting en las horas que siguieron al relevo? El número de entrenadores crece cada año, pero los puestos siguen siendo pocos y no varían, así que pasa el tiempo. Los veinte banquillos de Primera siguen inalterables, aunque siguen siendo tan inestables como siempre. Ya van ocho relevos y puede que haya alguno más antes del final de la temporada. Porque el riesgo de descenso afecta a bastantes equipos y hay otros decepcionados por no verse en las plazas de privilegio.