En la camilla, después de dos horas de entrenamiento en Oviedo, el fisioterapeuta trabaja sobre el cuerpo de Mikhail Kukushkin (Volgogrado, Rusia, 1987). Como todo el equipo kazajo, es de origen ruso y juega bajo contrato con la federación de un país que estuvo en el suyo hasta 1991. Su ranking dice que es el 64.º del mundo, pero este fin de semana llevará el número uno y, en su raqueta, el peso de sostener las esperanzas de un grupo que ha pasado de la nada al todo en sólo tres años. De las cenizas del tenis al lustroso grupo mundial y sin apuros para la permanencia el curso pasado. Recién casado con Anastassia, la gracia está en que la chica es también su entrenadora. «No todo el mundo lo entiende, pero funciona», ha dicho. «Trabaja todos los aspectos, táctica, técnica, dirige mi preparación. No me va mal, así que la preparación funciona». Asegura con orgullo que el clima es de toda confianza. «Es mi mujer, así que no está interesada en mi dinero, sólo en mis resultados». Kukushkin habla bajo y despacio. No es un ruso típico. Nada pálido, en absoluto rubio. Termina el fisio, deja la camilla y se coloca el chándal. Apenas sonríe y se piensa las respuestas.

-¿Preparado para dar la sorpresa contra España?

-Sí, claro. Pero sabemos que si queremos conseguirlo nos esperan cinco partidos durísimos. España es realmente fuerte.

-Algo de moral les darán las bajas en su rival, sin Nadal, Ferrer, Verdasco y Feliciano.

-Las ganas de victoria las tenemos de todas formas, juegue quien juegue con ellos. No me dice nada que no estén unos y sí otros. Almagro es un jugador fortísimo y Ferrero ha sido número uno. Son peligrosos y todos los partidos serán difíciles para nosotros, pero en el deporte no hay nada imposible, y más en la Copa Davis, donde siempre se dan sorpresas.

-Los españoles temen su irregularidad, que pueden parecer muertos en un partido y, de pronto, pegan un cambio y lo levantan, ¿son ustedes de verdad tan inconstantes?

-Es posible, pero el año pasado ganamos a la República Checa en su campo, y eso no se lo regalan a nadie ni lo hace un equipo que sea irregular.

-Juega por contrato para un país que no es el suyo, ¿siente los colores o es una cuestión de profesionalidad?

-Kazajistán no es extraño para mí. Fue parte de Rusia hasta hace poco y me siento muy querido. El equipo está unido y me siento en casa, el país es acogedor, cariñoso con nosotros y se están volcando.

-Pues mucha tradición en el tenis no tiene...

-Ahora lo van descubriendo. Se están volviendo fanáticos un poco gracias al trabajo que hacemos. Hace tres años el tenis no existía y ahora estamos en el grupo mundial. En Australia gané a Monfils y la gente se volvió loca. La gente nos reconoce y se está creando afición. En el equipo el ambiente es muy bueno, familiar y muy cercano entre nosotros.

-¿Qué tal la pista de Oviedo?

-Bien, no hay queja.

-La tierra batida no es lo suyo.

-Cuando juegas en España sabes qué es lo que toca, tampoco me resulta desagradable. Debemos disfrutar de la eliminatoria, del privilegio que es jugar una Copa Davis contra el campeón.

-En Rusia ahora la temperatura es infernal, pero en sus tres primeros días aquí no ha parado de llover...

-Apenas hemos visto la ciudad, pero me parece agradable, y se come muy bien, eso lo puedo asegurar.

-¿Habrá fiesta el domingo?

-Seguro que haremos algo, y me encantaría que fuese para celebrar la victoria. Sería una barbaridad.