Oviedo, Álvaro FAES

«Tenemos petróleo, oro, plata..., mucho dinero». El periodista kazajo, abrigado hasta la cejas, quién lo diría, presume de país con un inglés de andar por casa. Son media docena los que viajan con el equipo de Copa Davis, en busca del sueño de ganar a España. El año pasado tocaron el cielo contra Chequia y Argentina les bajó a la tierra en cuartos de final (5-0). Kazajistán, el país que le puso a Contador un cheque en blanco para hacerles grandes en el ciclismo, el lugar que tiene a Alexander Vinokourov como ídolo nacional (ganó la Vuelta en 2006), tira de billtera para hacer grande su tenis. Sus cuatro jugadores son de origen ruso, segunda fila en su país, pero héroes en su hogar de adopción. Contra España, les piden una proeza.

Escindido de Rusia en 1991, Kazajistán es el noveno país del Mundo en extensión. De su tenis poco se sabía, ni siquiera ellos, en un lugar donde suenan más el biatlón, el esquí alpino o el patinaje sobre hielo. Tan jóvenes, ya han tenido tiempo de colgarse 39 medalles olímpicas, 13 de ellas en boxeo.

Usan el deporte como vehículo para dar a conocer el país y atraer inversiones extranjeras. Necesitaban triunfar en especialidades con gancho y de ahí nació el millonario Astana ciclista. Con el tenis no se pusieron en serio hasta 2008. En 1995 penaban por la tercera división del grupo asiático. Escalaron dos categorías liderados por Alexey Kedryuk, con 51 eliminatorias en la mochila. Pero hace tres años, llegó el momento de los rusos. Mikhail Kukushkin, Andrej Golubev, Yuri Shukin y Eugeny Korolev lo tenían muy difícil en Rusia. Aun Kukushkin podría haber soñado con aparecer algún día por la Copa Davis. El resto, ni en pintura. Pero el dinero kazajo obró el milagro.

Juegan bajo contrato. Entusiastas y competitivos, pero comprometidos por una firma y no por una bandera. En 2010, Kukushin, casado con su entrenadora, ganó en San Petesburgo y subió hasta el 58º en el ranking mundial. Ahora anda por el 64º y es la mayor amenaza española.

El más occidental es Golubev. De adolescente viajó a Italia huyendo del frío y acercándose al tenis. A los 18, sorteó la oposicion de su padre, que lo prefería estudiando, pero encontró en España un buen lugar para seguir creciendo. «Mi sueño sería jugar una Davis con Italia». De un español sería un escándalo, pero Andrey, Andrea para sus amigos italianos, lo asume con la naturalidad de quien se ha comprometido con una federación hasta 2014. Es primo de Maria Sharapova así que el tenis lo lleva en la sangre, aunque su anhelo lo tiene ahora lejano, después de haber llegado al 33º de mundo en 2010, cuando ganó en Hamburgo. Ahora, superado un calvario de lesiones, anda por el 133. Pero tiene más juego que ranking.

Yuri Shukin, completa el grupo, perdido en el 201 de la lista. Es el más flojo, aunque el más juerguista, el que tira del grupo. Y está ahí por si hace falta tapar un roto.