Como suele pasar cuando las cosas van mal, al Sporting se le puso todo en contra. Incluso el arbitraje marcadamente casero de Pérez Montero, que sacó de quicio a los rojiblancos al inventarse una supuesta cesión dentro del área en un despeje fallido de Gregory. Especialmente dañino fue el asistente que marcaba el fuera de juego rojiblanco en el segundo tiempo con una vista muy mejorada con respecto a la primera mitad. Todo esto quedó en anécdota y no sirve de excusa, ya que la actuación arbitral no fue la responsable de la derrota rojiblanca.

Tampoco está teniendo suerte Tejada con las lesiones. Se le rompió Canella, el único futbolista que no tiene sustituto específico en la plantilla rojiblanca, porque nadie pensó en ello tras el traspaso de José Ángel al Roma. Tejada no se arrugó y apostó por unos cambios ofensivos para intentar provocar la reacción de su equipo. Primero improvisó un lateral con Ayoze. Tejada prefirió retrasar un interior izquierdo antes que cambiar de banda a un lateral derecho como Lora o Damián. Y poco a poco fue gastando toda la munición con las entradas de Adrián Colunga y Mate Bilic. El Sporting acabó con ellos dos, Barral y De las Cuevas sobre el césped. Mala señal cuando un equipo modesto acumula tanta gente de ataque.

A pesar del derrumbe tras el primer gol local, el Sporting resistió hasta el descanso. La charla de Tejada en el vestuario, donde pidió a sus futbolistas que adelantaran sus líneas diez metros, no consiguió provocar la reacción esperada. El Sporting consiguió más posesión de balón, que no se tradujo en situaciones de gol, mientras el Valencia disfrutaba de lo lindo con sus salidas eléctricas a la contra. El acierto de Juan Pablo y la mala puntería de Aduriz evitaron una goleada que pudo ser escandalosa.

Pero el caso es que los minutos pasaban y el Sporting seguía vivo, al acecho de una ocasión que nunca llegó. Hasta que de nuevo el destino castigó a los rojiblancos de la manera más cruel. En medio del bombardeo valenciano, Botía desvío involuntariamente un mal disparo de Feghouli y el balón se fue directo a la red. Curiosamente, el Sporting sí reaccionó a este segundo gol y consiguió asustar a Guaita con un par de cabezazos forzados de Barral y, sobre todo, con una ocasión de Adrián Colunga tras un buen envío del gaditano. El ovetense, con todo a favor, mandó el balón al lateral de la portería. La heroica también quedó descartada.

Éste fue el tiro de gracia para el Sporting. Los futbolistas bajaron los brazos definitivamente y, al igual que sucedió en Anoeta, recibieron dos goles más en el descuento. Tejada tiene una semana para asentar el equipo, hacerlo resistente a los golpes y evitar que se desmorone a las primeras de cambio. La primera victoria es urgente para cambiar el rumbo de un equipo que se encuentra a la deriva.