David Icke, el molto bizarro escritor de ciencia ficción, tiene una (puñetera) teoría que da más miedo que José Luis Perales. Esperando seguir la estela de Ron L. Hubbard y sus chifladuras cienciológicas, Icke sostiene que nuestro mundo está controlado por una raza de seres reptilianos que mantienen una dictadura secreta. «Cucú, ¿hay alguien ahí?», habría que preguntarle al novelista, pero, mientras tanto, divierte observar cómo ha ido construyendo su delirio con un tesón que ni Clemente en el Sporting. Según afirma en su libro «El mayor secreto», los lagartos ¡están disfrazados de personajes famosos! Gentes tan variopintas como George W. Bush, la reina Isabel II o ¡Kris Kristofferson! esconderían, bajo su apariencia de humanos bien comidos, a un asqueroso ser del espacio. Joder, qué acojono da el pensar que «Me and Bobby McGee» fue compuesto por una sucia lagartija interespacial.

«Era todo premeditado», declaró Piqué sobre su expulsión del sábado ante los «Gremlins II», o sea, el Sporting. «En el descanso le dije al árbitro que era penalti a Keita y él se la ha guardado», completó el modelo de Mango. Vamos, que existe una gran conspiración contra el capitán azulgrana, probablemente organizada por una sociedad secreta, a la que también pertenecería Velasco Carballo, para librarnos de él y de la discografía completa de su novia. Como a David Icke, a los blaugranas les encantan las teorías de la conspiración? pero sólo cuando les va mal. Es empezar a perder y se les ocurren las locuras más cachondas: que los árbitros están en su contra, que Messi es más alto de lo que parece y, la mejor, ¡que quieren el Bernabeu para la final de Copa!

Como buen escritor de ciencia ficción, David Icke ha creado una historieta tan magnífica que parasita, infalsable y desprejuiciada ella, a la realidad. He aquí el futuro que nos espera a los madridistas. Sí, compañeros, recordad que somos esos señores a los que les prohibieron ganar. Hasta que ganemos. Con la que nos aguarda más nos vale adoptar la actitud de los humanos de la serie «V». Al igual que esa resistencia antilagarto que lideraba el musculoso Marc Singer, nosotros nos debemos armar de paciencia para aguantar las conspiranoias que se nos vienen encima. Esto no ha hecho nada más que empezar, y, sí, ese color verduzco en los ojos de Piqué prueba lo que nos temíamos. Están entre nosotros.