Oviedo, Mario D. BRAÑA

Tal día como ayer hace diez años, el 6 de marzo de 2002, el Deportivo protagonizó una gesta en el Santiago Bernabéu que se conoce como el «Centenariazo». Porque aguó la fiesta del Madrid, como Uruguay había hecho con Brasil en 1950 para bautizar el mítico «Maracanazo». El Madrid, que se había fundado el 6 de marzo de 1902, se disponía a celebrar sus cien años con el título de Copa del Rey en su campo, el Santiago Bernabéu. Pero llegó el equipo de La Coruña, que todavía era el Súper Depor, y puso la España futbolística patas arriba con una victoria sonada: 1-2.

Aquel Deportivo estaba entrenado por Javier Irureta, que alineó en el centro de la defensa a un asturiano, César Martín. El central ayudó a frenar a aquel Madrid de los galácticos, que dos meses después alzarían la novena Copa de Europa. Por eso, aquel 6 de marzo el Deportivo era poco más que un invitado a la gran fiesta blanca. «Cuando íbamos en el autobús camino del Bernabéu pasamos por La Cibeles, que ya estaba vallada para la celebración», apunta César, que ha refrescado la memoria estos días por la cantidad de entrevistas que ha atendido por el «centenariazo».

César y compañía también comprobaron la dimensión de su gesta cuando llegaron al restaurante, el Asador Donostiarra, donde cenaron tras la final: «Tuvimos que esperar tres cuartos de hora porque tenían el salón preparado para el Madrid, con banderines y la cubertería con el escudo». La fiesta en la noche madrileña fue deportivista y acabó en una discoteca en la que los jugadores descargaron tanta tensión.

En lo estrictamente futbolístico, César destaca el gran partido del Deportivo, que salió al Bernabéu sin ningún complejo. Sorprendió al Madrid en el primer tiempo, con goles de Sergio y Tristán, y aguantó tras el descanso la carga blanca. «Ellos tenían arriba a Zidane, Figo, Raúl y Morientes. Y en el segundo tiempo también salieron Solari, Guti y McMannaman. Pero nosotros teníamos muy claro lo que había que hacer y aguantamos».

Pese a que Raúl recortó diferencias, el Dépor resistió en la última media hora y salió al contragolpe con mucho peligro. Al Madrid le pudo la ansiedad y la final dejó como última imagen al capitán madridista, Fernando Hierro, quejándose al árbitro asturiano Mejuto González por no aplicar un mayor descuento. César, no obstante, aclara que «lógicamente, hubo tensión, pero los jugadores del Madrid se portaron como caballeros. Teníamos buena sintonía porque en la selección española coincidíamos bastantes».

Además de César, en la plantilla de aquel Deportivo estaba el ex sportinguista José Manuel, que no tuvo la oportunidad de jugar. Y, como el propio ex defensa destacaba ayer, allí estaba también el ya fallecido Andrés Caramés, artífice como entrenador del mejor Club Patín Cibeles y que ejerció druante varios años como fisioterapeuta del Deportivo. Diez años despues César, afincado de nuevo en Oviedo y en sus primeros pasos como entrenador, no duda en calificar aquella noche como «uno de los mejores recuerdos de mi carrera deportiva, junto al debut con el primer equipo del Oviedo y con la selección española».