La vida nos da de vez en cuando golpes duros por su significado e inesperados por sus circunstancias. La muerte de José María Felgueroso, conocido por medio mundo por su primer apellido, Felgueroso, es uno de esos golpes duros. Porque era joven y porque a pesar de sus achaques nunca creímos que el fatal desenlace estuviera cercano. Y tan cercano estaba que ayer a primera hora de la mañana supimos que un compañero irrepetible nunca volvería a bañarnos con su bondad, su ironía, su documentación sobre tantos asuntos de la actualidad, y no sólo asuntos deportivos. No hace tanto que despedimos a su esposa, Marián, una mujer de una pieza, una profesional de primera línea en el mundo inmobiliario y una compañera de tal categoría que ambos estaban, en efecto, hechos el uno para el otro.

Felgueroso se cruzó con la generación que ha hecho tantos periódicos en la última mitad del siglo pasado y en la primera década de este, en los ya lejanos años del desaparecido «Región», escuela de primera clase en la información asturiana. Allí llegó Felgueroso con sus amplios conocimientos futbolísticos, su pasión y documentación del hockey sobre patines, entonces viviendo su edad de oro gracias, entre otros, al Club Patín La Cibeles, cuyos éxitos, entre ellos aquel inolvidable título de Copa en Salamanca, quizá no tengan ahora el reconocimiento que se merecen. En la primera línea de aquella información estuvo siempre Felgueroso, «Felgue» para los más cercanos. Sereno, discreto, informado en el hockey y en el resto de sus tareas informativas, que desde 1990 se desarrollaron en LA NUEVA ESPAÑA.

Cuando ahora se habla de servicios de documentación, muchos nos acordamos de la preocupación de Felgueroso por cualquier publicación relacionada con el deporte, porque él siempre fue una fuente segura para cualquier dato. Su biblioteca no tiene, seguramente, parangón. A sus virtudes profesionales, unía un carácter envidiable y una bonhomía que ganaba a todos los compañeros que disfrutaron de sus jornadas. Era muy difícil presenciar un enfado de Felgueroso, una persona que siempre se hizo querer.

Su hijo y el resto de sus familiares pasan ahora por un trance de dolor que han de superar con el recuerdo de un buen hombre, de un profesional de primera línea querido por sus compañeros, que ya echamos de menos aquella sonrisa bajo el bigote rubio.