El Real Madrid asume el papel de favorito en unos octavos de final que han dejado de ser malditos desde la llegada de José Mourinho y quiere demostrar ante el aguerrido CSKA ruso que no renuncia a nada en el Bernabeu tras el empate a uno de la ida, que están enterrados los fantasmas europeos del pasado tras seis años sin superar la barrera de octavos de final.

Sin mirar más allá del CSKA ni pensar en el cruce y el posible regreso del clásico del fútbol español, el Real Madrid afronta el partido con una campaña que muestra el deseo de que se genere un ambiente de gran partido europeo en el Bernabeu y el único objetivo de mostrar su superioridad.

En Moscú, el CSKA logró cortar la racha de pleno de victorias del Real Madrid que le llevó a un récord histórico en la fase de grupos. Allí se lesionó Benzema. Ahora la gran duda de Mourinho, que debe decidir si mantener a Higuaín en racha goleadora, apostar por el regreso de Benzema o incluso juntar a los dos de inicio. «Jugaremos con tres delanteros, no con dos», afirmó el técnico sin desvelar nombres. Si apostase por la pareja Higuaín-Benzema, el sacrificado sería Kaká. Mourinho ha dejado fuera de la convocatoria esta vez a Callejón, junto a Carvalho y Altintop, además de los lesionados Di María y Coentrao.

Mientras, el CSKA se ha puesto la piel de cordero para visitar el estadio Santiago Bernabeu. «A veces los milagros ocurren», afirmó Leonid Slutski, técnico del equipo del Ejército ruso, que cuenta como ayudante con Viktor Onopko.