La encarnizada batalla por el cetro mundial en el fútbol se traslada esta semana a los micrófonos. Acostumbrados a la guerra semanal entre Mourinho y Guardiola, la presencia de los jugadores franquicia de ambas instituciones sí supone una novedad. Si Messi fue el primero en acudir ante los medios, ayer le tocó el turno a Cristiano Ronaldo. Ahí, fuera de los terrenos de juego, el portugués no tiene rival a la hora de lidiar con los flashes. «Mourinho va a continuar con nosotros», declaró con un gesto cómplice a su compañero de estrado, que no era otro que el técnico portugués. La frase fue recibida con agrado por Mourinho.

Las últimas semanas han servido para fraguar definitivamente el matrimonio entre Cristiano Ronaldo y un exigente Bernabeu. No ha sido así toda la temporada. La dolorosa derrota en Liga ante el Barcelona (1-3) abrió una grieta en la hasta entonces idílica relación del luso con el público del coliseo blanco. Caer otra vez frente al eterno rival exigía buscar algún culpable y el partido falto de acierto de la gran estrella blanca le colocó en el punto de mira. «Nunca da la cara ante el Barça», se escuchó decir a más de un madridista obviando su tanto en la final de Copa o en la posterior Supercopa de España. Después llegaría la reacción blanca. De la mano del Cristiano Ronaldo más voraz que se recuerda por Chamartín, el Madrid se situó a una cómoda ventaja de diez puntos respecto al eterno rival. El cañonero luso amenaza ahora con romper los registros goleadores. Otra vez.

«No voy a mentir, en los últimos meses siento el cariño de la afición y he disfrutado con sus cánticos. Estoy contento porque es algo nuevo para mí», reconoció Cristiano Ronaldo ante una abarrotada sala de prensa. Hacía un año y medio que el luso no pisaba la moderna sala de Valdebebas, por lo que su intervención pasó directamente a cobrar una especial importancia. «Me siento querido, pero lo principal es el cariño que la afición puede tener hacia todo el equipo. Intentamos cada día jugar mejor y le pido a la afición que siga así, haciendo cánticos a los jugadores, todos juntos ganaremos algo», añadió siguiendo el manual del perfecto compañero, dejando por una vez su ego exagerado a un lado, el mismo que le ha forjado un carácter y una forma de juego inimitables al mismo tiempo que abundantes detractores.

«No puedo prometer nada», contestó cuando desde la sala se le animó a hacer una apuesta de goles marcados en la temporada; «estoy haciéndolo bien, pero lo más importante es el papel de mis compañeros. Ellos están mucho mejor que yo. Si seguimos así ganaremos algo. Estoy con la confianza de que vamos a ganar». De nuevo un discurso en el que impera el colectivo.

Tras sortear con contundencia cuestiones relativas a los arbitrajes, comparaciones con Messi o referencias al Barça, Cristiano Ronaldo quiso fijar su objetivo en uno mucho más cercano. El partido ante el CSKA de Moscú encierra el peligro de un resultado aún abierto (1-1 en Rusia). El luso no se fía de un rival diseñado para hacer daño a la contra: «Tenemos un partido muy difícil. Los equipos rusos son difíciles de ganar. En el fútbol todo es posible y que un equipo ruso gane la Liga de Campeones es posible, espero que no este año».