El Blancos de Rueda cayó en la prórroga, después de dar muestra de su capacidad de lucha y de sus ganas por salvarse, ante un Barcelona que echó mano de tres jugadores -Navarro, Lorbek e Ingles- para ganar un partido que dominaron los locales.

Los vallisoletanos salieron dispuestos a tutear al poderoso Barcelona, para lo cual plantearon una seria defensa de inicio y mostraron la valentía necesaria para hacer frente a la calidad individual de los jugadores azulgrana, lo que les permitió jugar con fluidez y sorprender al rival en los primeros compases.

Gracias a una buena labor de equipo, en el que todos sumaron, los vallisoletanos pudieron hacerse con los mandos del encuentro hasta establecer un parcial de 19-8 que obligó a Xavi Pascual a solicitar su primer tiempo muerto, para tratar de reorganizar defensivamente a sus pupilos.

Esa mayor intensidad defensiva de los catalanes, con mayor control del rebote, se reflejó en el marcador de forma paulatina, puesto que los locales comenzaron a fallar en demasía, hasta alcanzar el 23-20 con el que finalizó el primer cuarto.

El Blancos de Rueda luchaba con todas las armas de que disponía. David contra Goliath, ya que el Barcelona comenzó a hacer valer la efectividad de sus lanzadores exteriores y, en el ecuador del segundo cuarto, ya se ponía por delante en el electrónico (29-31), si bien eso no hizo que los locales se rindieran a las primeras de cambio.

De hecho, se llegó al descanso con ventaja aún para los vallisoletanos (38-35), merced a esa lucha sin cuartel que mostraron en cada jugada, para intentar arañar todos los puntos posibles, sabedores de la retahíla de opciones que su rival podía tener aún en la recámara.

Y, aunque el cuadro local se mantuvo en su empeño de batallar, lo que logró con la unión del bloque, el Barcelona aumentó la presión defensiva, Navarro comenzó a reclamar su protagonismo en el que era su partido número 500 en ACB, y volvió a recobrar el control del marcador (49-50, min.29).

A los vallisoletanos se les iba agotando la batería, mientras que los catalanes parecían resurgir, con un Navarro mucho más centrado, que amplió la renta a cuatro puntos (49-53), a falta de los últimos diez minutos de partido, que se presentaba agónico para los morados.

La entrega de público y equipo fue absoluta, y gracias a ese empuje, los pupilos de Roberto González adquirieron fuerzas para intentar una remontada, que se materializó en el minuto 35, con un 63-61, que dejaba abiertas las puertas a la esperanza para los locales.

Fueron cinco minutos de máximo esfuerzo y, con la fe como bandera, los vallisoletanos aguantaron los envites visitantes y pudieron con la presión, ya que Uriz fue capaz de anotar los dos tiros libres que daban tres puntos de ventaja a su equipo (73-70), a falta de 14 segundos.

No se podía pedir más a un equipo con la vitola de desahuciado, que lo dio todo sobre la cancha y no se amedrentó ante el Barcelona, excepto que fuera capaz de gestionar el tiempo que restaba, tras los dos tiros libres anotados por Navarro, pero Diego García falló sus tiros y Vázquez aprovechó la última jugada para empatar (74-74).

Ya en la prórroga, los catalanes tiraron de experiencia y de la calidad de jugadores como Lorbek e Ingles, que se mostró intratable desde la línea de 6,75, para romper en pedazos las ilusiones de un Blancos de Rueda que no se rindió nunca, pero que no pudo cumplir su sueño de ganar al gigante (86-92).