Oviedo, Nacho AZPARREN

Hablar de partido más importante del año se ha convertido en los últimos tiempos en una de esas muletillas tan comunes entre los profesionales del balón. La temporada se completa con cientos de finales, de partidos trascendentes de esos que parece que dictaminarán la posición final de un equipo de forma inexorable. Quizá la frase ha perdido algo de fuerza con un uso tan común, pero si algún encuentro en lo que va de temporada merece el calificativo de final es el Oviedo-Albacete de esta tarde (19.00 horas en el Carlos Tartiere).

Lo es por varios motivos. En primer lugar, por encontrarse la competición en la recta final. Con tan sólo ocho jornadas por disputarse, Albacete y Oviedo llegan, más o menos, donde se les presuponía allá por el verano. Ambos con muchas turbulencias. Antonio Gómez, técnico de los manchegos, ha estado en el disparadero durante buena parte de la competición, y Pacheta, sin estar cuestionado en ningún momento, ha navegado por las fuertes corrientes del oviedismo hasta situar la nave azul en una posición cómoda aunque no brillante.

Lo es, por supuesto, por la situación en la tabla. El Albacete cierra los puestos de privilegio. Cuarto en la tabla, su escaño se ve amenazado por el Oviedo, a sólo dos puntos. Situación que ha servido para cicatrizar la herida provocada en Cuenca. También se puede hablar de final en vista del nivel de ambas plantillas. Junto a Castilla, Tenerife y Lugo, los dos contendientes de esta tarde eran llamados desde agosto a ocupar los puestos altos de la tabla. Cualquier cosa que no sea meterse entre los cuatro primeros significaría un fracaso sonado para sus aficiones.

Y lo es finalmente por la tradición de ambos equipos. No hace tiempo que Oviedo y Albacete paseaban su nombre en Primera con orgullo. Sólo a los más jóvenes les costará acordarse del Oviedo europeo de Irureta, del «Queso Mecánico» de Floro, el golpeo de Zalazar o la elegancia de Jokanovic. Recuerdos imborrables de dos equipos que suman 45 temporadas en Primera (38 de los azules por 7 de los manchegos).

El primer paso para volver a disfrutar de tiempos mejores lleva inevitablemente al cambio de categoría. Inmediato, a poder ser. Para la complicada misión de esta tarde, Pacheta no ha dudado en invocar al arma más fiable del oviedismo en los últimos años: el calor de la grada. «A nivel presupuestario no podemos competir con otros equipos, pero si estamos arriba es por el apoyo de nuestra afición», expresó el técnico esta semana consciente de que su frase serviría de altavoz para una grada que necesita de pocos estímulos para entregarse. Queda por ver si con el apoyo masivo será suficiente para derrotar a un buen Albacete.