Gijón, Víctor Rivera

Javier Clemente ya tiene definido el equipo que se enfrentará mañana al Zaragoza en un partido que, esta vez sí, parece decisivo para la suerte de ambos contendientes. El técnico rojiblanco recibió ayer la confirmación definitiva de que no podrá contar con Alberto Botía, después de que el Comité de Apelación desestimase en la tarde de ayer el recurso presentado por el Sporting por la amarilla más que rigurosa que vio el murciano en Bilbao. La referencia será el choque de San Mamés. El rubio de Baracaldo quedó más que satisfecho con el trabajo de sus futbolistas en la Catedral y, en particular, destacó la faceta defensiva. La ausencia de Botía merma esa consistencia, pero Clemente espera repetir un sistema defensivo lo más parecido posible al que presentó en Bilbao.

Al menos eso fue lo que ensayó en el entrenamiento de ayer que se celebró a puerta cerrada en El Molinón. Como suele ser habitual, Clemente formó dos equipos de doce futbolistas, por lo que habrá que hacer un descarte en los teóricos titulares. Por lo que se vio -o más bien no se vio- sobre el césped, Gálvez sustituirá a Botía en el centro de la defensa si se confirma la sanción del murciano. De esta forma, Pedro Orfila se mantendrá en el lateral derecho y Lora en el izquierdo. El gran partido firmado por el madrileño en San Mamés puede desplazar a Canella del equipo titular.

El ataque también está claro. Barral volverá a la punta de lanza para cubrir la ausencia de Mendy en el equipo titular. El senegalés apura los plazos para jugar ante el Getafe. De las Cuevas será quien se ocupe la banda derecha y Adrián Colunga se mantendrá en la izquierda. Las dudas se concentran en el centro del campo, donde cuatro hombres (Nacho Cases, Rivera, Eguren y André Castro) se disputan tres puestos. Nacho Cases es ahora mismo el mejor colocado para ser titular. El gijonés ha ganado posiciones en la escala de valor de Clemente tras su gran partido ante el Mallorca. También parece probable que Rivera siga en el equipo tras su despliegue en Bilbao.

La suerte de Eguren y André Castro depende del aire que quiera darle Clemente al equipo. Si mantiene su apuesta por el trivote, el que saldría ganando sería el uruguayo, que se mantendría en esa posición entre la defensa y el centro del campo, con la destrucción como misión principal. Si se decide a buscar un poco más de vuelo, sería el portugués André Castro quien ocuparía una posición cercana a la media punta.

En el lado contrario se sitúan Trejo, Carmelo y, sobre todo, Canella, quienes parece que pierden peso en el orden de preferencias del técnico. El argentino ganó protagonismo durante la lesión de Miguel de las Cuevas, pero ha vuelto a un segundo plano tras la recuperación del alicantino. Carmelo ha ido perdiendo protagonismo y el sábado pasado se quedó incluso fuera de la convocatoria. Y Canella podría verse afectado por la notable actuación de Lora como improvisado lateral izquierdo.

El día que El Molinón le dio la espalda al equipo

Cuando se miden dos equipos históricos como el Sporting y el Zaragoza, el zurrón se llena de recuerdos, de partidos emblemáticos y de encuentros que, para bien o para mal, han marcado la trayectoria de alguno de esos equipos. Fue lo que sucedió en El Molinón el 16 de noviembre de 1997, en el arranque de la peor temporada de la historia del club. A aquellas alturas, el Sporting, que dirigía Antonio Maceda, había sumado un punto en doce partidos. La crisis institucional era tal que incluso se había removido al consejo de administración. Manuel Vega-Arango regresaba ese día al sillón presidencial en sustitución de José Fernández. El Zaragoza resolvió el trámite con suficiencia (0-3) en el primer tiempo y la grada de El Molinón explotó. La revuelta se inicio en el fondo sur, donde los Ultra Boys, mucho más críticos entonces, marcaron el paso al resto del campo. Fue esperpéntico. Gritos de «campeones», olés cuando el equipo daba un pase y olas recorriendo el estadio. En un momento dado, la afición decidió censurar al equipo dándose la vuelta y acabó dejando el estadio mucho antes del final del encuentro, que acabó 2-3 con dos goles en el tiempo añadido. Mil aficionados esperaron la salida de los futbolistas para increparlos al abandonar el campo.