Con seis puntos de ventaja en Liga sobre el segundo clasificado y con un pie en las semifinales de la Liga de Campeones, tras golear 0-3 al Apoel, parece una auténtica sinrazón el estado de nerviosismo que vuelve a instalarse en el Real Madrid. El caso es que si habla, porque habla; si calla, porque calla, Mourinho parece necesitar la tensión para alimentarse y alimentar su ego. El «number one» es así, mal que les pese a cada día más aficionados blancos.

Tiene Mourinho una preocupación enfermiza por hacerse con el dominio total del vestuario, por blindarlo ante las opiniones ajenas e impedir que en él existan las propias. La única verdad, la suya. De ahí su desquiciada persecución del «topo» que asegura existe en el Bernabeu. Y en ese disparar a todo lo que se mueva, Mou ha fijado la mirilla una vez más en Íker Casillas, a quien parece no perdonar ni sus buenas y sobradamente conocidas relaciones con el «mundo» de la prensa, ni que tenga ideas propias como aquella de llamar a Xavi Hernández para poner bálsamo en las relaciones con los jugadores del Barça -compañeros de selección-, tras las heridas abiertas en la Supercopa.

Casillas, además, lleva penitente en las últimas jornadas el sambenito de haber sido señalado como culpable de los cuatro últimos puntos cedidos con aquellos goles de falta directa que el asturiano Cazorla y el hispano-brasileño Sena le colaron en los últimos minutos de los partidos ante Málaga y Villarreal, respectivamente. Curiosamente, cuanto más se revuelve el tema de los goles que el Madrid recibe de falta menos se habla de las cuarenta que lleva Cristiano Ronaldo lanzadas en Liga con el redondo balance de cero goles. El último de falta lo marcó el portugués ante el Lyon, allá por noviembre y en la fase de grupos de la Liga de Campeones.

Del nerviosismo con Casillas un dato más: el entorno blanco, aquél también conocido como «Central Lechera», apunta ya el nombre del belga Courtois como el «primero en la lista de alternativas». Por partes: Courtois, que juega cedido en el Atlético de Madrid, pertenece al Chelsea, que pagó por él 9 millones de euros al Genk para que fuera el relevo natural del checo Cech, a punto de alcanzar la treintena. Y no parece que sea Abramovich quien se pueda dejar tentar por los millones de Florentino.

En cualquier caso, cuestionar a estas alturas a Casillas no deja de ser como cuestionar los propios cimientos del madridismo, mientras que cada vez más chirrían ciertas obsesiones del técnico luso, como ese placer morboso que parece encontrar en que hablen de su futuro en Inglaterra o al frente de la selección portuguesa, cuestiones ambas que nunca ocultó. De momento, se conforma con rodearse de compatriotas como Coentrão, un lateral con el que comparte representante -Mendes- y que habiendo costado 30 millones de euros sólo ha sido titular en nueve partidos de Liga. ¿Tan mal está la cantera blanca?