El partido de vuelta de los cuartos de final de la Liga de Campeones Barça-Milán me parece tan anacrónico como el duelo Héctor-Áyax cantado por Homero en la «Ilíada». Entre Héctor y Áyax hay siete siglos de diferencia, porque el primero es un hoplita del siglo VIII a. C. con armadura y escudo pequeño, mientras que el segundo se presenta armado como un guerrero del siglo XV a. C., con el enorme escudo micénico en forma de ocho, utilizado cuando no se empleaban corazas ni grebas para proteger el cuerpo y las piernas. Entre el Barça y el Milán no hay siete siglos de diferencia, pero casi. El Milán juega con un enorme escudo defensivo colgado del cuello y el talento de Ibrahimovic para fabricarse él solito alguna jugada que huela a gol, mientras que el Barça se mueve con agilidad porque no tiene que cargar con escudos micénicos. Jugadores como Mascherano o Busquets forman la coraza, Piqué y Alves son las grebas, y todos atacan, presionan, insisten, tocan el balón y desesperan al rival. Pero en la «Ilíada», el combate entre Héctor y Áyax termina en empate. En el Camp Nou tiene que haber un ganador.

El combate entre Héctor y Áyax duró todo el día y finalmente tuvo que suspenderse. Para demostrar su mutua admiración, los dos héroes se hicieron regalos: Áyax regaló a su oponente un cinturón, mientras que Héctor regaló al suyo una espada con la que Áyax, por cierto, terminará suicidándose. El partido Barça-Milán no puede durar todo un día (aunque es técnicamente posible si se llega al lanzamiento de penaltis y nadie falla), y no puede suspenderse sin un ganador. La lectura futbolística de la «Ilíada» dice que un equipo tan moderno como el Barça no tiene asegurada la victoria ante un equipo tan antiguo como el Milán. Ibrahimovic y compañía pueden empatar con goles en el Camp Nou, con lo cual pasarían a jugar una semifinal probablemente contra el Chelsea y, quizás, una final suicida contra Los Otros o el Bayern de Munich. Es decir, que el Milán puede ser Áyax y ganar empatando en el Camp Nou para luego suicidarse contra el Chelsea, Los Otros o el Bayern. Y el Barça puede ser Héctor y perder empatando en el Camp Nou. Los duelos anacrónicos no siempre terminan con la victoria del equipo más moderno.

La «Ilíada» nos enseña que el Milán no será campeón de Europa, pero puede hacer daño al Barça en el Camp Nou si su escudo en forma de ocho consigue parar los ataques de Messi. En el partido de vuelta de unos cuartos de final de la Liga de Campeones, el empate no puede ser un buen resultado para los dos equipos. Es imposible que Héctor y Áyax salgan del Camp Nou contentos y haciéndose regalos.