La Escuela de Fútbol vivió ayer una jornada de alta tensión. Era el día fijado para que los distintos estamentos del club se mirasen a la cara y se repitiesen las acusaciones y las críticas más o menos veladas que unos y otros habían vertido a los cuatro vientos. Primero los futbolistas y después el presidente mantuvieron sendas reuniones con Javier Clemente, quien ayer vivió un día intenso. Se desayunó con la noticia de que su continuidad en el club está en el alero, tuvo que rendir explicaciones a la plantilla por haber cuestionado públicamente su capacidad para competir en Primera División y, finalmente, acabó la mañana almorzando con Vega-Arango. Ahí el técnico tuvo la ocasión de informarse sobre su delicada situación en el club.

La mañana comenzó agitada. El sol que lucía y la gran cantidad de niños que acudieron a Mareo al no ser un día lectivo relajaron levemente el ambiente, pero la tensión se podía cortar sin dificultad. Las puertas del vestuario permanecían cerradas mientras los seguidores esperaban el inicio del entrenamiento. En la caseta se producían continuos movimientos. Primero se reunieron los futbolistas para establecer una postura común y valorar las críticas vertidas por Clemente tras el encuentro de Getafe. El técnico llegó a asegurar que la plantilla rojiblanca no daba el nivel adecuado para Primera División.

A continuación, llegó la hora de verse las caras con el entrenador. Cuando Clemente entró al vestuario, los futbolistas le pidieron explicaciones. El técnico dio una interpretación optimista acerca del discurso lanzado el sábado y las dos partes acordaron lanzar un mensaje de unidad. Ésa es la imagen oficial, pero la realidad es que la brecha que separa al técnico de los futbolistas parece ya insalvable.

Pasadas las doce del mediodía (una hora y treinta y tres minutos después de la hora prevista para el inicio de la sesión), se abrió la puerta del vestuario para comenzar el entrenamiento. Los primeros en salir fueron los porteros, Clemente se dejó ver con el rostro relajado, conversando con Adrián Colunga, como si nada hubiera pasado. La cara de los futbolistas era mucho más seria. Tras varios ejercicios, Clemente dio descanso a los que jugaron más minutos ante el Getafe y dispuso un partidillo a campo reducido con el resto. Los roces fueron continuos, con entradas fuertes y algún mal gesto. Al final del entrenamiento se produjo un enfrentamiento entre André Castro y Sangoy, que tuvieron que ser separados por el propio Clemente. A la una y cuarto, se dio por concluido el trabajo y los futbolistas comenzaron a abandonar la Escuela de Fútbol con caras largas. Sólo aflojaron el rostro para atender las demandas de autógrafos de los aficionados.

Aún pasó casi una hora hasta que Javier Clemente salió del vestuario y se dirigió al edificio de las oficinas, en el que se encontraban el presidente, Manuel Vega-Arango, el vicepresidente, Antonio Veiga, y el director general, Alfredo García Amado. Al ver que varios fotógrafos esperaban para captar la imagen, Clemente espetó: «Hoy no va a ser». En clara referencia a su inminente salida del club. Diez minutos después, el técnico salía de las oficinas y, sin detenerse, aclaraba las dudas: «¿Mi situación?, es la misma de ayer».

Quizá sí, pero no la misma de la semana pasada. Javier Clemente era el técnico elegido por José Fernández para comenzar la próxima temporada en Segunda División, pero sus continuos exabruptos, que alcanzaron su cénit en la rueda de prensa del sábado, han emponzoñado la imagen del club y han colmado la paciencia de sus propietarios. Es seguro que Clemente, salvo milagro de última hora, no será el técnico rojiblanco la próxima temporada y hay muchas opciones de que no complete ésta. El partido de mañana y la actitud de El Molinón pueden desatar un nuevo relevo en los banquillos. Abelardo sería la alternativa hasta el final de la Liga. El principal objetivo hasta entonces pasa por acabar la temporada con la máxima dignidad. La realidad es que ya se planifica el nuevo proyecto para Segunda División.