La mesa, el sueño, el deseo, he aquí el círculo en torno al cual giramos. Son palabras de Séneca. ¿El fútbol forma parte de la mesa, del sueño y del deseo? ¿O acaso el fútbol está fuera del círculo de Séneca, y todos los que giramos en torno a la mesa, el sueño, el deseo y el fútbol estamos, como diría Woody Allen en «Broadway Danny Rose», introduciendo un concepto que no es de esta coyuntura? Cualquiera que siga con un poquito de atención este final de Liga estará de acuerdo en que el fútbol no está fuera del círculo de Séneca porque el fútbol, como todas las cosas buenas de la vida, tiene que ver con la mesa, con el sueño y con el deseo.

Los madridistas (aficionados, jugadores y técnicos) quieren ganar un gran título, y quieren ganarlo ya. Marlon Brando dice en la película «¡Viva Zapata!» que un cuerpo hambriento tiene el alma flaca, así que el enfado permanente de Mourinho, las malas caras de Pepe y la barcelonitis aguda de muchos madridistas tienen que ver con el hambre de títulos. Sin títulos, el alma futbolística adelgaza hasta convertir a un buen entrenador en un excelente paranoico, transformar a un buen defensa en la niña de «El exorcista», y hacer que un aficionado se vuelva bizco a fuerza de mirar con un ojo a su equipo y con otro ojo al eterno rival. El fútbol y la mesa están relacionados, por supuesto. En la mesa se reparte el primer plato de los títulos, el segundo plato de jugar una competición europea, el postre de no descender a Segunda División y hasta las migajas de hacer la puñeta al vecino (antes del derbi, Futre reconoció que el Atlético de Madrid sueña con la Liga de Campeones y con fastidiar al Madrid). Sin mesa, es decir, sin comida, no hay fútbol. A condición, por supuesto, de que no haya comida para todos. Si Barça y Madrid compartieran el título de Liga, los dos equipos quedarían con hambre, y el alma de aficionados, jugadores y técnicos se quedaría tan flaca como el alma de Mister Scrooge. Si ningún equipo descendiera a Segunda, el alma de los aficionados del Sporting o del Zaragoza no ganaría peso, sino maquillaje. Y la comida tiene que ir acompañada de un buen vino. Vino, no agua.

Yo no bebo agua, decía W. C. Fields, porque los peces fornican en ella (es lo mismo que dice Marcus Brody en «Indiana Jones y la última cruzada»). Pues eso, el agua para los peces. Sin Ceres ni Baco, se congela Venus. Es decir, sin buena comida y un poco de buen vino, los placeres del amor se apagan. ¿Cómo se puede disfrutar de un primer plato, de un segundo plato, de un postre e incluso de las migajas de un festín sin la compañía de un buen vino? Los bebedores de agua son malos poetas y pésimos amantes, y el fútbol sin poesía y sin amor queda fuera del círculo de Séneca. ¿Se imaginan a un turista en la Capilla Sixtina con gafas del sol? Pues ver un partido de fútbol sin la alegría del vino, sin la alegría de la compañía de los amigos en el estadio, el bar o el salón, es como ver el «Juicio final» de Miguel Ángel con gafas de sol. Comamos y bebamos, que mañana moriremos, o no ganaremos ningún título, o descenderemos a Segunda, o tendremos que aguantar los comentarios de ese compañero de trabajo con el alma flaca que sólo se alimenta de las desgracias futbolísticas de los demás.

¿El sueño? ¿El deseo? Por favor. ¿Es que, en fútbol, el sueño y el deseo no están relacionados con la mesa? ¿No es una buena comida futbolística la mejor almohada? ¿El deseo del que se alimenta de migajas no es poder sentarse a la mesa a disfrutar de un primer plato? ¿El deseo del futbolero se sacia después de comer el primer plato, o con la barriga llena es el momento de pensar en futuros banquetes? El Sporting de Gijón juega hoy a la desesperada contra el Real Madrid en el mismísimo Bernabeu. Los sportinguistas comerán, beberán, dormirán soñando con repetir la victoria de la temporada pasada y el deseo les abrasará el alma hasta creer que la solución está en los goles de Gastón Sangoy. Ronaldo contra Sangoy. ¿No merece este duelo un brindis con un buen vino? Madrid contra Sporting. ¿No merece este partido entre la cabeza y la cola de la Liga formar parte del círculo de Séneca? Mesa, sueño y deseo, que mañana moriremos.