Messi, aquí sí que falla.

Luce el «10» en el Fútbol Club Barcelona, un número que refleja a la perfección lo que consigue en el terreno de juego. Ahora bien, cuando «la Pulga» se quita la elástica azulgrana y desaparece el dorsal de su espalda, todo cambia. Es cierto que se ha cortado el pelo, apostando por un escalado que le va muy bien a su rostro, otorgándole un aire muy juvenil y dinámico, pero sigue muy lejos de estar a la última. De aspecto simpático y reforzando la relevancia de su mirada, concentrada siempre en lo que ha de hacer, Messi carece de fuerte expresividad. No cabe duda de que estamos ante un joven sensible que sabe dosificar con calma los éxitos que le acompañan y está claro que el estilo y la moda no son sus fuertes. Lo suyo es el balón, con el que verdaderamente es un genio e imagino que estamos ante un chico que se siente seguro de su victoria personal y no vive inquieto. El éxito conseguido con nobleza y esfuerzo conlleva como premio una gran fuerza espiritual y en eso se apoya.

Casillas, aire rústico.

El guardameta y capitán del Real Madrid se singulariza por llevar siempre un pelo cuidado y funcional. Es de los que saben peinarse con los dedos. Sus cejas, muy masculinas, y esa barba y bigote incipientes le dan un aire rústico. Acierta cuando rebaja la perilla, consiguiendo así refinar su rostro. De complexión atlética, lleva con prestancia la vestimenta de estilo deportivo y, últimamente, en los actos de representación del club o la selección española coordina muy bien sus trajes y complementos. Sencillo pero elegante. Alguien dijo alguna vez que nosotros, los seres humanos, no somos solamente lo que somos, sino lo que aparentamos ser, e Iker Casillas, a pesar de sus éxitos, representa con naturalidad ser un chico normal, educado y correcto. Un diez para el número uno de la selección española y el Real Madrid.

Ramos, la cinta erótica.

Si algo caracteriza al «4» del Real Madrid es su pelo, siempre largo, aleonado, con una partición en medio para liberar sus ojos. Cuando salta al terreno de juego emplea una pequeña cinta que le dota de un aspecto muy similar al de los indios de las películas de vaqueros. Ese complemento no ayuda a darle ductilidad y merma la energía y vivacidad de su mirada; sin embargo, revela una fuerte carga erótica. Con Sergio Ramos, al igual que con otros futbolistas que también recurren a esas cintas para sujetarse la melena, constato una necesidad en la peluquería moderna masculina, es decir, alguna diadema más original que agarre esos cabellos de manera eficaz y con más refinamiento. A priori parece que el central del equipo blanco es una persona que necesita ser guiada, de temperamento fuerte y cierta inseguridad, pero, sin duda, si es así, está bien asesorado y sabe llevar como un caballero tanto ropa de sport como el traje y la corbata. Quien cuida su imagen demuestra creer en sí mismo y el defensa del Real Madrid se esmera en conseguirlo.

Ronaldo necesita melena.

CR7 es el Adonis del fútbol actual. Luce un peinado muy moderno, a veces con cierto aspecto «cheroki», y siempre en constante evolución. No es extraño verle cambiar de «look» hasta tres veces en un mismo mes. Cuando apuesta por afeitarse los parietales, presenta un semblante de primitivismo que contrasta con su cuidada piel y sus perfiladas cejas, dándole una imagen muy sofisticada. Es un apolíneo presumido en grado sumo que puede incluso llegar a ser obsesivo. La aureola de triunfador que le rodea la rompe cuando saca a relucir unos aires chulescos, una actitud que choca con su personalidad. Debería recordar que nada se logra con la falsa humildad y que para ser valorado hay que saber autovalorarse. Estoy convencido de que si apostara por dejarse el cabello un poco más largo sería ese líder difusor que la juventud imita y emula.

Piqué, toque anglosajón.

El central del Fútbol Club Barcelona acostumbra a lucir una barba de dos o tres días que refuerza su estilo anglosajón de «descuido estudiado». De rostro que refleja vitalidad, sabe llevar muy bien la ropa deportiva, adaptando a la perfección las nuevas tendencias, es decir, jerséis, camisas y chaquetas de cuero. El color de su cabello le da un aire muy versátil y agradable. Su pelo, estirado en punta, destella como si se tratara de un guerrero moderno. Cuando no rasura sus parietales se magnifica su volumen de cabello, que, combinado con la barba, le cierra el rostro, denotando un aspecto huraño que para nada concuerda con su mirada y gesto corporal. De ahí que acierte con el corte de pelo para reflejar esa aureola de triunfador que le rodea. Como dice Carles Muñoz Espinalt: «Un éxito es un fracaso si no se refleja en el semblante del triunfador».