«Quandoque bonus dormitat Homerus». De vez en cuando el buen Homero se echa una cabezada. Este verso del «Arte poética» de Horacio nos ayuda a entender que la derrota del Barça frente a esa selección de Irlanda del Norte vestida de blanco es un desliz que no puede empañar una gran temporada. Si Homero de vez en cuando se echa una siestecita, es normal que los chicos de Guardiola pierdan alguna vez un partido, aunque sea jugando contra un frontón. Además, hay formas de perder y hay formas de ganar.

Los Otros ganaron 1-2 en el Camp Nou renunciando a la pelota. Vale. La diferencia entre la selección de Irlanda del Norte y Los Otros es que en vez de un delantero desdentado vestido de verde juega el bello Cristiano Ronaldo vestido de blanco. Bien. El Barça perdió 1-2 en el Camp Nou tocando la pelota, fiel a un estilo que algunos ya ven decadente, rococó, ineficaz, superado por el empleo por parte del genio Mourinho del cerrojo sin complejos. Concedamos que perder la Liga en el Camp Nou ante Los Otros es una catástrofe futbolística, pero es que hay catástrofes y catástrofes. No es lo mismo una película de catástrofes como «El coloso en llamas» o «La aventura del Poseidón» que una película de catástrofes como «¡Aterriza como puedas!». El Barça cayó a lo grande, como el incendio en «El coloso en llamas» del rascacielos más grande del mundo recién construido en San Francisco o el hundimiento en «La aventura del Poseidón» del trasatlántico que realizaba un crucero final desde Nueva York a Atenas. La catástrofe del Barça no es una parodia de las películas de catástrofes, sino una catástrofe como las de antes: digna en su inmensidad, llena de historias paralelas como la de Tello quemándose pegado a la cal o la de Piqué hundiéndose en la profundidad del banquillo. Estamos acostumbrados a que Mourinho convierta las derrotas de Los Otros en una especie de «¡Aterriza como puedas!» futbolístico, pero el Barça nos ha devuelto el sabor de las viejas películas de catástrofes.

Homero se echó una siestecita en el Camp Nou y el Barça perdió la Liga. Pero ahora lo importante es que Homero despierte a tiempo para poner al Chelsea, otro equipo-frontón, en su sitio. Jugaremos la final de la Liga de Campeones. Y si el Chelsea nos elimina, Guardiola se sentará en la rueda de prensa como si fuera el arquitecto de «El coloso en llamas» o el capitán de «La aventura del Poseidón». Nos quemaremos o nos hundiremos, pero no nos convertiremos en una parodia de cine de catástrofes.