Hay o no hay cambio de ciclo?, se preguntan los más finos analistas. ¿Ha encontrado José Mourinho y de las Alas Pumariño los caminos para derrotar al Barcelona?, se preguntan los aficionados de a pie que vieron cómo el sábado el Real Madrid fue superior a un Barcelona no se sabe si atormentado, cansado o incapaz de superar los obstáculos que le fue poniendo el rival en cada zona del campo. El Madrid se ha hecho con la Liga, salvo catástrofe impensable y con su partido de Barcelona casi ha vuelto a la frontera de los diez de puntos de ventaja, que ya son puntos en los tiempos actuales.

Pero está claro que todo esté aún en alto a la espera de los partidos de hoy y mañana de la Liga de Campeones a jugar por los dos rivales sabatinos. Los dos han de superar sendas derrotas mínimas en la ida, con el matiz de que a los blancos les basta un gol, si no encajan, mientras que los azulgrana necesitan dos por aquello de que no marcaron fuera de casa. Curioso mundo el azulgrana, que ahora echa de menos a David Villa del que no se han acordado en los meses anteriores, empeñados en la permanente glorificación del divino Messi quien resulta ser humano. Los goles de Villa son los que está necesitando este Barcelona que se ha agarrado al partido contra el Chelsea como el náufrago se agarra a la tabla que encuentra en el agua. A ese partido y a la continuidad del Bayern Múnich como fórmulas mágicas para convertir la Liga en el campeonato menor. Por eso el llamado postpartido no se termina hasta mañana, miércoles, al día siguiente de hoy que resulta ser martes, aunque esto no sea Bélgica. Veinticuatro horas de morbillo garantizado.

Mientras, en Mareo y sus zonas adyacentes se echan cuentas sobre lo que falta, que no es casi nada. Cuatro partidos, doce puntos y la esperanza. Los viajes rojiblancos se antojan duros de verdad porque Espanyol y Málaga se juegan aspiraciones muy serias. Los catalanes, entrar en la Liga Europa, y los andaluces, en la Liga de Campeones, casi nada al aparato. De ahí que no vayan a ceder ni un trozo de la hierba del campo. En el Anfield del Piles se espera al Villarreal, al gran rival para la permanencia, y al Betis, que ya ha cumplido con los encargos de la temporada. En El Molinón existe además el arrope de las buenas gentes rojiblancas, con lo que ello significa. Cuatro partidos para salir del pozo.

Por cierto, si pregunto, ¿molesto?: ¿a cuánto se está poniendo el kilo de disculpas por la situación? ¿a cuánto el desvío del verdadero objetivo? Porque los tiempos vienen siendo malos en el aspecto deportivo, pero excelsos en la contemplación del paisaje, en ocasiones con vistas a la ría. El Espanyol, doblegado por un Atlético de Madrid que se ha lanzado en las últimas semanas, marcó cuatro goles al Valencia del que se despide Emery, pese a dejar al equipo tercero y ahora mismo a las puertas de la final europea. El Espanyol puede que haya estado en mejores momentos a lo largo del campeonato, pero un equipo que hace cuatro al Valencia demuestra una solidez envidiable.