Si Ronaldo, Porcelanas Kaká y Missing Messi pueden fallar un penalti, ¿por qué tendría yo que tomarme en serio este artículo? Madrid y Barça se suman a la austeridad reinante, mediante el expeditivo método de renunciar a los carísimos honores de la Champions. Aquí se intentará demostrar que se eliminaron mutuamente. Al haber convertido su trayectoria en un enfrentamiento eterno descuidaron el flanco continental. El clásico del pasado sábado hizo el resto. El resultado del Camp Nou provocó el relajamiento madridista y el desmoronamiento barcelonista, en ambos casos con una fatídica secuela europea. En cambio, un empate en el Barça-Madrid hubiera propiciado la clasificación de ambos contendientes en la Champions, sin alterar la victoria merengue en la Liga. Al igual que los arsenales nucleares de las superpotencias propiciaban la destrucción mutua asegurada, el exceso de armamento esteriliza a los clubes gigantes. Los blancos juegan muy pocos minutos cada partido, marcan goles de eyaculador precoz. Los azulgranas juegan demasiado, y cada vez les cuesta más llegar al orgasmo. Han sustituido el instinto mortífero por la ansiedad de reconvertirse en los Globetrotters. De la final española al final de los españoles, aunque Sergio Ramos se elevó hasta el infinito. El doble batacazo ha de examinarse a la luz de los liderazgos personales. Guardiola, el más fanático de ambos técnicos, necesitaba la frustración en Liga y Champions, unida a la victoria del Madrid en ambos territorios, para culminar su deseo de largarse del Barça. En cuanto al apátrida Mourinho, también necesitaba Liga y Champions para abandonar el Madrid en brazos de Abramovich. Durante un tiempo, descansaremos de hipérboles en torno a los mejores jugadores y equipos del mundo, ridiculizados por escuadras sajonas en horas bajas. En el Chelsea se llegó al extremo de destituir al entrenador. Si un partido sin gol de Messi es excepción y decepción, cabe recordar que Michael Jordan no falló jamás en el instante decisivo. Es la diferencia entre un fenómeno y Dios.
