En primer lugar, ni el Real Madrid ha ganado ya la Liga ni el Barça la ha perdido. ¿Es que las matemáticas sólo sirven como consuelo a los equipos que están en zona de descenso? ¿Si el Sporting se agarra a las matemáticas decimos que es un equipo luchador, pero si lo hace el Barça entonces resulta que el equipo de Guardiola está intentando retrasar lo inevitable? Matemáticas para todos. El Madrid puede perder la Liga del mismo modo que Woody Allen puede hacer una mala película o Hannibal Lecter ser invitado a comer en restaurante de Arzak. El Barça puede ser campeón de la misma manera que un ministro de Economía puede ser simpático o un soldado imperial de «La guerra de las galaxias» puede matar a Han Solo. Difícil, pero no imposible. Lo dicen las matemáticas.

Y en segundo lugar, si el Barça pierde la Liga hay que confiar el elogio fúnebre no al cobrador del frac, sino a los futboleros que hemos disfrutado durante cuatro temporadas del juego de un equipo irrepetible. Ahora que sabemos que el Barça no será campeón de Europa, si el equipo todavía de Pep Guardiola también pierde la Liga y es derrotado por el Athletic en la final de la Copa del Rey no podremos decir que Messi y compañía han batido el récord mundial de siniestros que hasta ahora estaba en poder de la película «Granujas a todo ritmo» porque, por si alguien lo ha olvidado, el Barça ya ha ganado tres títulos esta temporada. El fútbol tiene mala memoria. Si el gran Barça de Guardiola muere, habrá que tener en cuenta la sentencia atribuida a Quilón de Esparta, uno de los siete sabios de Grecia: «De los muertos nada ha de decirse, a no ser que sea bueno». Dicho de otra manera, y para que lo entienda Sheldon Cooper, la norma social dice que siempre hay que hablar bien de los que acaban de morir o, en todo caso, cerrar la boca. Hay excepciones, por supuesto, pero tienen que ver más bien con tipos como Hitler, Stalin, Pol Pot, Pinochet o el reverendo Harry Powell de «La noche del cazador». En fútbol, la alternativa al elogio fúnebre tendría que ser el silencio. ¿Que la Juventus desciende a la Serie B por hacer trampas? Silencio. ¿Que Ronaldinho sufre una muerte súbita futbolística? Elogio por lo que fue, olvidando en qué se convirtió. Si el Barça se estrella definitivamente en este final de temporada, si Guardiola hace las maletas y se va al Calcio, o se convierte en el sucesor de Alex Ferguson en el Manchester United, o decide retirarse a un palacio de Qatar, habrá llegado el momento no del silencio, sino del más bello elogio fúnebre en honor del más bello equipo de la historia.

No será así. En el fútbol mandan los cobradores del frac, y esos cobradores ya se están preparando para pasar factura al Barça por sus años de gloria. Ya estamos empezando a escuchar críticas a Guardiola por confiar en Tello y Cuenca, por fichar a Cesc y por mosquearse con Piqué. El juego del Barça, que ayer era tan luminoso como la sonrisa de Julia Roberts, hoy es triste, previsible, aburrido. Hemos pasado del tiqui-taca a la masturbación de la pelota. Resulta que la cantera del Barça era una burbuja inmobiliaria que estalló en las narices del Camp Nou tras las derrotas ante el Madrid y el Chelsea. Messi está un poquito acabado, y debería cambiar de aires en busca de huecos en las defensas contrarias. Valdés no debe ir a la selección. El Barça ganó tres Ligas por despistes del Madrid y gracias a los arbitrajes. Villarato. Se fue Zapatero, y se acabó el Barça. Mourinho tenía razón. Mourinho es dios o, tras el desastre contra el Bayern de Múnich, sólo su profeta. Y tal y tal. En el momento de la derrota, Guardiola se sentirá emperador de nada, como Pu Yi, el último emperador de China, en su corte antes del desplome final.

Nadie hablará bien del Barça cuando haya muerto. El fútbol es así, amigo Quilón.

Sergio Canales, jugador del Real Madrid cedido en el Valencia, se ha vuelto a romper el ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha y estará al menos seis meses de baja, como ya estuvo tras la anterior rotura esta misma temporada. Canales -en la imagen disputando el balón al atlético Diego- se lesionó por primera vez el 23 de octubre de 2011 ante el Athletic y regresó el pasado día 11 ante el Rayo, y ayer recaía de la misma lesión ante el Atlético en la Liga Europa.