El título de este artículo es el mismo que el de uno escrito por Antonio Bernardo publicado en LA NUEVA ESPAÑA en el verano de 2003. Aquel texto, cargado de sentimiento y oviedismo, salvó de alguna manera al Real Oviedo, ya que fue la confirmación de que había gente dispuesta a luchar por este sentimiento nacido el 26 de marzo de 1926.

Casi 9 años después, volvemos a aquel punto de partida. El Real Oviedo necesita la ayuda de todos los oviedistas para salir adelante. No hay más opción que ir todos juntos de la mano y avanzar. Y debemos hacerlo desde la coherencia y, sobre todo, desde el oviedismo. La pasión y la emoción no han cambiado nada desde 2003. Es más, han aumentado. Ahora toca tratar de encauzar ese sentimiento para lograr la entidad que la mayoría queremos.

El Real Oviedo es algo más que un club de fútbol. Encarna, de hecho, todos los males del fútbol moderno, que tanto daño ha perjudicado a este deporte que algunos amamos hasta la locura. Pero el Real Oviedo es, a la vez, una oportunidad para demostrar al mundo que, en estos tiempos vacíos y falsos que vivimos, no todo está perdido, y que también se puede llegar lejos respetando unos valores y unas señas de identidad.

No somos ningunos magos, ni sabemos hacer milagros. Lo que vamos a hacer es trabajar. Pero vamos a trabajar con todos aquellos que quieren al Real Oviedo. Y cuando tienes miles de manos dispuestas a echar un cable, el horizonte, por oscuro que parezca, se aclara.

En los próximos días arrancará la campaña de abonados. Necesitamos a todos los oviedistas de vuelta al Tartiere. Necesitamos que el Tartiere ruja cada domingo y lleve al equipo a pelear y luchar hasta el final. Necesitamos que los niños de Asturias sean conscientes de que la grandeza del Real Oviedo no varía en función de la categoría en la que milita. Sin saber todavía la composición de la plantilla, sí sabemos ya que serán los mejores jugadores del mundo, porque van a ser los jugadores del Real Oviedo. Nuestra camiseta y nuestro escudo son únicos.

Para la ampliación de capital también hará falta que todos tiremos del carro. Cada uno debe aportar en función de sus posibilidades. Entendiendo que son tiempos difíciles y que no está la vida para muchas alegrías, el precio al que saldrán las acciones, que rondará los 10 euros, hace pensar que no debería ser imposible que cada ovetense comprara al menos una acción. Necesitamos que los oviedistas se conviertan en los portavoces de esa ampliación. Que convenzan a los que duden de que no pasa nada por no tomar un café una semana, o dos copas un sábado, para cambiar ese dinero por una ilusión. Y hay que explicar la grandeza de este equipo al que no lo conozca. Mis compañeros de Madrid, además de considerarme un loco, ya son conscientes de que tendrán que comprar al menos una acción cada uno. Pero también saben que van a comprar algo que es especial y diferente a todo.

Para sentar esta primera piedra de este nuevo proyecto ha trabajado mucha gente, y lo ha hecho de manera discreta. En primer lugar el Ayuntamiento de Oviedo, que después de mucho tiempo ha encontrado un rumbo que coincide con el de la afición. Y después hay una serie de personas que, anónimamente, han dado todo para que esto saliera adelante. Ellos, que pasarán a la historia de este equipo por derecho propio, son los héroes de esta historia que, termine o no bien, se habrá hecho siempre pensando en lo mejor para el equipo.

Y sí, el hecho de que no se celebrara la junta en primera convocatoria fue una chapuza. Una chapuza propia de la tensión y de las consecuencias que conllevan algunas decisiones. Pero quedémonos con que se ha reaccionado rápido y ahora tenemos un Consejo de Administración más amplio y más plural. Hace meses el slogan era «Sin cambio no hay futuro». Ahora ya tenemos el cambio y hay que empezar a trabajar para que haya futuro, y que venga, además, cargado de alegrías. Toni, Sabino, Juan y un servidor vamos a intentar hacer las cosas lo mejor que sabemos, pero necesitamos a todo el oviedismo a nuestro lado.

He escrito mucho en estas mismas páginas, y espero seguir haciéndolo. Quiero dejar claro que nunca jamás escribí algo que no pensara o no sintiera. Y que todo lo que dije no tenía otra intención que ayudar al Real Oviedo. Ahora que tengo la posibilidad de ayudar al club desde dentro, siento la presión y reconozco que estoy acojonado, pero también siento el apoyo de cientos de personas que me lo han querido transmitir. Dedicaré todo el tiempo que me permitan mis obligaciones profesionales a luchar por el Oviedín. Quiero tanto a este equipo que no me perdonaría que las cosas salieran mal.

Meteremos la pata un millón de veces, nos equivocaremos y, a lo peor, nos tocará tomar decisiones desagradables. Cuando eso suceda, pido al oviedismo que critique lo que vea criticable y nos haga llegar sus sugerencias y opiniones. Pero también les pido que sean conscientes de que esos errores los cometerán unas personas que, como ellos, disfrutaron viendo a grandes jugadores en Primera, lloraron con el descenso en Mallorca, sufrieron aquel fatídico mes de julio de 2003, se emocionaron con el 1-5 en Ávila, se cagaron en todo lo cagable en Caravaca y lucharon contra lo que consideraban nocivo para el Real Oviedo. Y que alguno, incluso, se pasó una semana sin hablar después de perder con el Arteixo. Se acabó la dualidad consejo/afición. Vamos todos juntos, con orgullo, valor y garra, porque somos el Real Oviedo y somos el mejor equipo del mundo.