Oviedo, J. M. M.

Para gustos, colores. Y para los triunfadores de los Juegos, también. Pero entre tanto medallista no hay discusión posible sobre quiénes son los dos más grandes de Londres: el jamaicano Usain Bolt y el estadounidense Michael Phelps. Nadie como ellos han acaparado portadas en todo el mundo. Y quede claro: las portadas no se regalan.

Usain Bolt va por delante porque además de méritos deportivos «vende» su producto mejor que nadie. Digno producto del Actors Studio, el jamaicano ha logrado lo que nadie antes en el atletismo: repetir la triple corona de la velocidad ganando los 100, los 200 y el 4x100. En Pekín en las tres carreras rebajó el récord del mundo y en Londres «sólo» en el relevo.

Ganada ya la gloria olímpica, ahora podrá dedicarse a engrosar su cuenta corriente en los mítines de medio mundo; donde los récords, además, se pagan aparte.

Un botón que sirve de muestra del imán mediático de Bolt: 80.000 twits por minuto se mandaron después de que ganara la final de los 200 metros.

El Estadio Olímpico también nos deja otros dos nombres propios en mayúsculas: el keniata David Rudisha y el británico de origen somalí Mo Farah. El primero pulverizó su propia plusmarca de los 800 metros siendo el primero en bajar del 1.41 (1.40.91), y el segundo lograba el doblete en los 5.000 y 10.000 metros, algo reservado a auténticas leyendas del atletismo como el etíope Bekele, el checo Zatopek o el finlandés Lasse Viren, que lo consiguió además en dos citas: Múnich-72 y Montreal-76.

El estadounidense Michael Phelps llegó a Londres con un espectacular bagaje de 16 medallas y sumó otra media docena para convertirse en el deportista con más metales de la historia olímpica: dieciocho oros, dos platas y dos bronces. La noticia, en su caso, no está en los días que sube al podio, sino en la ocasión en que no lo logró: fue cuarto en los 400 estilos.

La china Shiwen Ye asombró al mundo nadando el último largo de los 400 estilos más rápido que el campeón masculino, Ryan Lochte. Pero el gran botín en Londres era para la joven estadounidense Missy Franklin, que a sus 17 años ganaba el oro en los 100 y 200 espalda; el 4x200 libre y el 4x100 estilos; además de ser bronce en el 4x100 libre.

Gran Bretaña hizo valer su condición de anfitriona para elevar a 65 su cosecha de medallas, de ellas 29 de oro. Pero el triunfo de un representante británico con mayor carga histórica fue el del escocés Andy Murray sobre el suizo Roger Federer en la final individual de tenis. Murray no sólo se llevó el oro, sino que se convertía en el primer británico que ganaba en Wimbledon desde 1936, cuando lo conseguía Fred Perry.

Estados Unidos ganó su decimocuarto título en baloncesto, pero sin entrar en comparaciones imposibles con el «Dream Team» de Barcelona-92 sí que el conjunto actual deja algunos números para la historia, como el del récord de puntos anotados en un partido con el 156-73 logrado ante Nigeria. En ese mismo choque Carmelo Anthony igualaba el récord de triples anotados: diez. Y sólo precisó doce intentos.