El Madrid-Atlético debería tener subtitulo: referéndum en el Bernabeu. El derbi madrileño, que lleva años sin ser preocupación alguna para los madridistas, porque siempre se resuelve a su favor, esta vez tiene contenido programático. Se va a poner en cuestión la política del club con respecto a José Mourinho e incluso sus fichajes. Si el Atlético, que acude pletórico, más que en los últimos quince años, consiguiera la victoria, el Madrid quedaría a once puntos y, presumiblemente, a catorce del Barça. Mourinho ya ha dividido el Bernabeu y la derrota podría convertirse en el debate más profundo que haya tenido Florentino Pérez en sus mandatos.

Mourinho ha tenido la virtud de ganar cientos de enemigos cada día y ha conseguido lo más difícil: dividir la opinión del Bernabeu. En Copa, contra el Alcoyano, las discrepancias se hicieron patentes. Mientras los Ultrasur le aplaudieron y vocearon su nombre, una parte importante del estadio proclamó su disconformidad. Hay una zona del Bernabeu, la de los radicales, que quiere a Mourinho, y otra, la más serena, la de gentes de orden y amantes del buen fútbol, que ya no soporta el juego vulgar que desarrolla su equipo. El fútbol del Barça ha abierto profundas grietas en los ideales balompédicos del madridismo.

La pasada temporada, con goles y victoria en Liga, llegó el bálsamo a la casa madridista. Este año, con sólo la Supercopa, el mal juego se hace más patente. Los goles suelen ocultar realidades y sin ellos las heridas supuran. A Mourinho le aplauden gentes del fondo sur, lugar del que saltó una vez el llamado «loco del Bernabeu», un tal Jaime, que agredió al árbitro Linnemayer. De allí cayeron los cientos de botellas de la final de 1968, que ganó el Barça por autogol de Zunzunegui y que llevó a la Federación a prohibir la entrada de botellas de vidrio en los recintos. De ese lugar surgió un individuo que agredió a Reina cuando iba a recoger un balón. Del mismo sitio aparecieron los gamberros que rompieron la portería en la Copa de Europa que llenó de vergüenza al club.

El partido con el Atlético podría poner a Florentino en una situación delicada. El Bernabeu en contra siempre puede ser camino de la destitución del entrenador. Lo malo del caso son los millones que cuesta el despido: veinte. Si a ello se suman los quince de cada año y los veinte que se pagaron al Inter, se concluye que, económicamente, ha sido la peor operación del mandato de Florentino, quien siempre ha tenido la virtud de promover la buena reacción de la economía del club con operaciones muy rentables.

Mourinho ha ganado una Liga, una Supercopa de España y una Copa del Rey. Si las comparaciones son odiosas, absténganse los aficionados a las estadísticas para comparar sus triunfos con los del Barça en el mismo tiempo. Si el Atlético ganara en la Casa Blanca, el madridismo entero se pondría colorado y, en ese caso, nada es predecible.