Oviedo, Mario D. BRAÑA

Una de las estampas típicas de la Navidad asturiana, la de un puñado de nadadores lanzándose a las frías aguas del puerto gijonés, desaparecerá de los telediarios como un síntoma más de estos tiempos de penuria. El Club Natación Ciudad de Gijón no tiene ni para gorros con los 136 euros de subvención que le llegan desde la Dirección General de Deportes y el Ayuntamiento no da señales de vida. Cerrado, o casi, el grifo de los organismos públicos, el deporte asturiano malvive y barrunta tiempos peores. Lejos ya aquellos tiempos en que las autoridades inventaron el célebre «Contamos contigo» para dar un impulso al deporte español, la crisis acecha de tal forma que federaciones, organizadores, clubes y deportistas cuentan con poco, muy poco.

Acostumbrado en su etapa como concejal de Deportes del Ayuntamiento de Gijón a nadar en la abundancia, a José Ramón Tuero se le amontonan las quejas en su despacho de la Dirección General de Deportes. Antes del verano empezó a hacer números sobre la base de un presupuesto de 16 millones que, a la hora de la verdad, se quedó en poco más de 14, de los que cinco se los llevan las estaciones de esquí. Tuero, que se siente deportista antes que dirigente, da y quita razones: «Entiendo que nuestro Gobierno tiene como prioridades la Sanidad y la Educación, líneas rojas que no se pueden traspasar. Pero el deporte también es fuente de salud y de educación, ya que transmite esfuerzo, enseña a ganar y perder».

«Quiero creer que estamos tocando fondo», añade Tuero sobre los ajustes en deporte. Y prevé consecuencias: «Lo vamos a notar en los resultados de los próximos años, ya que sólo tendrán ayudas los deportistas que consigan medallas». O ni eso. Lo puede atestiguar toda una campeona olímpica, la regatista gijonesa Ángela Pumariega, que pinta un panorama desolador incluso para la federación que más éxitos aporta en la historia de los Juegos: «A estas alturas todavía no hay nadie concentrado en el Centro de Alto Rendimiento de Santander. Y ya han anunciado que en 2013 recortarán en viajes y más cosas».

El gimnasta Iván San Miguel mantuvo una beca ADO hasta mediados de año, condicionada a su presencia en Londres. No se recuperó a tiempo de una lesión y se ha quedado incluso sin ayuda de la federación, hipotecada por una gestión nefasta que le ha arrastrado al concurso de acreedores. Así que un deportista como él, entre los mejores del mundo en un deporte tan competitivo, no tiene más compensación que el alojamiento y la comida en la Residencia Blume de Madrid. «Gracias a los consejos de mi madre tengo un dinero ahorrado y puedo ir tirando», explica San Miguel, que no se pone más plazo que 2013 para saber si su rodilla le permite competir con los mejores.

Si los deportistas de elite están así, no cuesta mucho imaginar las consecuencias para la base, representada por clubes como el Recta Final de Luarca, que al margen del atletismo intenta mantener secciones como la gimnasia rítmica, tenis de mesa y natación. Manoli Díaz, la artífice del club junto a su marido, Luis García, hace virguerías para que unas cuarenta niñas, junto a otras quince de la escuela, sigan progresando en su deporte. Cada vez son más los padres que no pueden asumir las cuotas con las que se pagan a las entrenadoras, un gasto que asume el club a base de trabajo e imaginación, además de las ayudas de los ayuntamientos. Incluso, como prueba de su espíritu emprendedor, han fundado un club de rítmica en Castrillón, para el que cuentan con más de treinta niñas.

En la otra punta de la comunidad, en Llanes, nadie parece echar de menos a un club de voleibol que hace sólo dos temporadas estiró más el brazo que la manga. El primer interesado en borrar ese mal recuerdo es Luis Ángel Ruenes, presidente, entrenador y lo que se terciara de un equipo que en 2010 logró el ascenso a la Liga FEV. Ruenes reconoce que picó de ingenuo, a fiarse de la palabra del concejal de Deportes, José Manuel Herrero, que se comprometió a encontrar un patrocinador para completar los 28.000 euros de presupuesto mínimo para la temporada.

Mirando por cada euro, lo que incluía largos viajes en furgonetas alquiladas, y con los únicos refuerzos de dos jugadores brasileños que cobraban 200 euros, Ruenes y sus colaboradores llegaron hasta donde pudieron: «Durante dos semanas llegamos a ir todos los días a ver al concejal para que nos dijera claramente lo que pasaba. Aguantamos hasta el 6 de enero, cuando decidimos retirarnos porque no había dinero para el viaje a Valencia». Pese a que la aventura le provocó un buen quebradero de cabeza y algún apuro económico, Ruenes prefiere hacer autocrítica: «O no lo supimos gestionar o vivíamos en una nube. Lo que no puede ser es que los clubes asturianos de voleibol vivieran en un 90 por ciento de ayudas públicas».

En voleibol y en casi todo, ya que el deporte asturiano y español se acomodó a la cultura de la subvención. El balonmano engordó su propia burbuja, que ha explotado llevándose por delante a varios clubes, u obligándoles a replantear su política. El Gijón Balonmano femenino, que se codeó con la elite gracias al apoyo institucional y del patrocinio de Feve, compite ahora en la segunda categoría nacional con jugadoras de la cantera. También en Gijón reside el proyecto más firme en categoría masculina, el del Medicentro, que ha convertido la crisis en una oportunidad.

El Medicentro Gijón acaba el año en plaza de ascenso a la Liga Asobal gracias al goteo de grandes jugadores asturianos que emprendieron la operación retorno por los impagos en sus clubes. «Prefieren asegurar los 300 euros que podemos darles aquí que arriesgarse con los mil que les ofrecen por ahí», explica el presidente, Juan de Ávaro. Sólo así se explica que, con un presupuesto de guerra presuman de la mejor plantilla: «La materia prima es de casa y es muy buena. Sólo dos de nuestros jugadores no fueron internacionales absolutos o junior».

La Universidad de Oviedo no se libra de las estrecheces. El director del servicio de Deportes, Miguel del Valle, tuvo que tomar decisiones dolorosas hace unos meses, al prescindir del equipo masculino de baloncesto o del filial de fútbol. Los de atletismo se mantienen, pero «con presupuesto cero», lo que limitará su presencia en las competiciones. También se eliminaron becas y recortaron horarios de las instalaciones para optimizar un presupuesto que es casi la mitad de hace tres años: «Nos volcamos con las actividades y torneos internos».

Más golpes da la crisis

El boxeador avilesino Carlos Ferrao se quedó sin plaza en la Blume por los recortes

A Carlos Ferrao la crisis le ha golpeado por todos los lados últimamente. Este avilesino de 23 años había hecho méritos para ingresar en el selecto grupo de boxeadores que la Federación Española tutela en la Residencia Blume. La reducción de plazas le ha dejado fuera, con todo lo que supone para su progresión deportiva y estabilidad económica. «Me he planteado dejarlo, pero de momento sigo gracias al apoyo de mis padres», destaca.

Carlos Ferrao Menéndez (Avilés, 21-2-89) llegó a firmar a principios de año los documentos sobre las normas de la Residencia Blume, una vez que la federación le confirmó su plaza en la Blume como número 2 de España en el peso pluma. Una vez que los responsables federativos conocieron la rebaja de la subvención del Consejo Superior de Deportes, de 800.000 a 350.000 euros, tomaron una serie de medidas que afectan de lleno a los deportistas. Ferrao y algún púgil más se quedaron fuera, mientras que a los pocos elegidos les bajaron la beca de 800 a 500 euros al mes.

Jonathan Alonso, olímpico en Londres y amigo íntimo de Ferrao, ha librado el año con una beca ADO gracias a su presencia en los Juegos, pero teme por su futuro. «A ver en qué queda esto en 2013», explica Alonso, que es un privilegiado respecto a sus compañeros de residencia por la cantidad de combates que le organiza su primer entrenador, Oliver Sánchez. «He llegado a boxear seis veces en Asturias en un mes».

Como Jonathan, Carlos Ferrao también pertenece al Club Asturbox y acude diariamente al gimnasio de Gijón como parte de su preparación. «Entreno de lunes a viernes mañana y tarde, y los sábados por la mañana», explica el avilesino. Ferrao, estudiante de Informática, completa su plan de entrenamiento con sesiones en las instalaciones universitarias de San Gregorio.

Además de un frenazo en su carrera deportiva, la pérdida de la plaza en la Residencia Blume lleva aparejado un quebranto económico para la familia de Ferrao. «No ir a Madrid me supone el pago de los 800 euros que cuesta la matrícula, además de los 90 kilómetros diarios en desplazamientos entre Avilés, Gijón y Oviedo», expone, junto con el golpe añadido que está intentando amortiguar: «La Universidad de Oviedo me pide el reintegro de una beca por unos exámenes que no pude hacer en su momento. Recurrí alegando que me habían coincidido con competiciones, pero me dicen que tendría haber pedido los cambios de fecha».

Pese a todos estos reveses, Carlos Ferrao no se da por vencido y cree que tiene recorrido como boxeador. «No tengo ninguna cualidad física especial, pero aprendo rápido», asegura, consciente de estar en las mejores manos, tutelado por Oliver Sánchez y con el apoyo de Jonathan Alonso. Ferrao quiere estar a punto para las citas más importantes de 2013, entre febrero y abril, la única manera de volver a optar a un hueco entre los mejores.

Pero, realista, Carlos Ferrao duda de que la situación económica mejore lo suficiente para que la Residencia Blume vuelva a los buenos tiempos: «No sé los años que le quedan a la selección española», se lamenta este avilesino, acostumbrado últimamente a recibir más golpes fuera que en el cuadrilátero.