Cuando se le preguntaba a Marcos Peón una vez traspasada la línea de meta de la carrera atlética de Nochebuena que organiza su club de toda la vida, el Estadio Gijón, sobre cuántas victorias había obtenido en la prueba en la que acababa de vencer una vez más, aseguraba que en cuanto al número no estaba muy seguro, pero sin duda que era una menos que victorias en la San Silvestre. El año pasado no ganó la carrera de fin de año, y como este no corrió la de Nochebuena pues ahora queda empatado a nueve victorias.

Daniel Lazo (Piloña) y Beatriz Álvarez (Universidad), vencedores de la 25.ª edición de la carrera de Nochebuena, no tienen ese problema de recordar cuántas veces han vencido en Nochebuena. El leonés estrenó este año su palmarés en la multitudinaria prueba, y la joven gijonesa lo dejó bien claro: «Son dos. El año pasado ganó Maica Rodríguez, y yo el anterior».

Y es que perder la cuenta inmerso en una competición es algo que está a la orden del día cuando de correr se trata. No en vano desde la Atlética Avilesina quisieron dejar bien claro que el error de anunciar por megafonía a las atletas femeninas que estaban en la última vuelta en el cross de Navidad -cuando restaba aún más de 1300 metros, desencadenando un nueva modalidad atlética el «sprint interruptus»- no había sido obra y causa de su locutor y entrenador Carlos Alonso, sino de los jueces que controlaban la prueba y que posteriormente así lo habían admitido.

Un error que causó un importante quebradero de cabeza a Carlos Alonso, que no se sabe si fue tanto o mayor que la victoria que obtuvo su homónimo el ovetense Carlos Alonso ante su pupilo Aitor Fernández en la carrera de Castrillón; un aviso para navegantes de los duelos que se adivinan en un futuro no muy lejano entre las dos jóvenes esperanzas del fondo asturiano.

Y si de confusiones seguimos hablando, es posible confundir al leonés Daniel Lazo con Raúl Lazo, porque los dos son hermanos, los dos corren en el Piloña; club en el que aterrizaron a causa a la amistad que mantienen con todo un clásico del atletismo asturiano como Pablo Solares. Un dato que explica Daniel señalando que en León no tratan muy bien a los atletas de la tierra, que suelen ser acogidos con los brazos abiertos por los clubes del Principado. Y si los acogen no es porque sean ONG deportivas, sino porque los leoneses atesoran compromiso y calidad, y saben leer la carreras. Daniel lo aseveró en la matinal del día 24 e hizo honor a su apellido al echarle el lazo a la prueba gijonesa. Lo hizo tras atacar por sorpresa a falta de un kilómetro -la prueba se disputaba a 5.200 metros- al grupo de cabeza, en el que los veteranos eran legión (Miguel Moro fue segundo; Julio César Álvarez, tercero, y Fran López, quinto).

En la grada, y presenciando la victoria del leonés, se encontraban dos potenciales ganadores como Daniel Bayón y Pablo Alonso, que tenían otros objetivos cercanos en mente; y camino de Zamora, de donde es natural la madre de su hija de apenas un mes, Eire, estaba Marcos Peón, que había sido protagonista el día anterior de la carrera cántabra de Renedo tras tratar de tú a tú a la armada africana para finalizar segundo.

En la prueba femenina la joven Beatriz Álvarez se alzó con una rotunda victoria que le otorga el papel de candidata al triunfo de la San Silvestre. Álvarez aventajó en casi un minuto a Ana Junquera (Gijón) y en algo más a Mónica Arias (Grupo Covadonga), que la acompañaron en el podio.

Impecable trabajo del Estadio, que festejó las bodas de plata con un récord de llegados a meta en categoría absoluta (850). Como suele ser tradicional en la carrera de Nochebuena las categorías menores elevaron a 1.572 los participantes con victorias de Daniel Alonso y Patricia Pérez en minibenjamines; Marian Benkert y Marcos Celorio, en benjamines; Laura López y Pelayo García, en alevines, y de Eva Amandi y Manuel Morán en infantiles.