Era un secreto a voces y ahora ya es oficial. Miguel de las Cuevas jugó su último partido con el Sporting el sábado pasado en el Nuevo Colombino. El alicantino se marcha cedido a Osasuna, y el club navarro tendrá la obligación de comprarlo y abonar 1,5 millones de euros si logra la permanencia. Si Osasuna desciende, puede ejercer la opción de compra o devolver al futbolista a Gijón haciéndose cargo de la totalidad de la ficha (unos 600.000 euros) y no sólo de la parte proporcional. Miguel de las Cuevas se marcha y deja tras de sí una escuela de buen fútbol con algunos momentos gloriosos, como aquel gol al Real Madrid en el Bernabeu que puso fin a una racha histórica de José Mourinho como local, que valió media permanencia para los rojiblancos y que dio la vuelta al mundo.

Sin embargo, De las Cuevas siempre ha sido un futbolista cuestionado en El Molinón. Sin lugar a dudas, su mejor temporada en Gijón fue la primera, en la que logró marcar ocho goles que lo convierten en el máximo goleador del equipo si no se tienen en cuenta los penaltis. Los números son claros, en tres temporadas y media en Gijón, De las Cuevas ha disputado 121 partidos de Liga con el Sporting (109 en Primera División), en los que ha marcado 16 goles (15 en Primera). Un debate que siempre ha perseguido al futbolista es el de su ubicación; especialmente desde la llegada de Trejo al equipo, se vio desplazado a la banda, donde su rendimiento bajo varios enteros. En las dos últimas temporadas también se ha visto lastrado por una lesión de pubis, que le ha hecho ser suplente en Segunda División.

Es la cuarta operación que cierra el Sporting en este mercado de invierno, en el que han llegado dos futbolistas defensivos como Bernardo y Bustos y se van dos hombres de ataque como De las Cuevas y Hugo Vieira. Los técnicos ya le han trasladado al consejo la conveniencia de invertir en algún futbolista más para la parcela ofensiva, aunque en principio parece que el capítulo de incorporaciones se da por cerrado. Siempre se deja la puerta abierta a alguna sorpresa.

«Ni soy un pesetero ni me tiro del barco»

«Estoy muy agradecido a esta afición, que siempre me ha recibido con los brazos abiertos». Miguel de las Cuevas es tan elegante en la despedida como en sus arrancadas en velocidad. El alicantino se marcha de Gijón dando las gracias a todos los que lo han tratado bien y mostrándose comprensivo con los que han discutido su estilo de juego. «Es un momento difícil que he pensado bien estas Navidades con la familia y con los amigos», confiesa, pero entiende que hay momentos en los que «hay que dar un paso al frente».

No busca excusa, ni esconde su responsabilidad. «He tomado la decisión de irme a Osasuna», espeta el futbolista para zanjar cualquier debate. De las Cuevas se va porque quiere irse y lo hace «con la cabeza muy alta, porque me he sentido muy querido aquí y siempre llevó al Sporting en el corazón». El alicantino defiende que «he intentado siempre dar lo mejor de mí en el Sporting y siempre que me he puesto esta camiseta he querido dar el cien por cien, aunque sé que hay distintas opiniones sobre mi juego; siempre que he saltado a El Molinón era una sensación especial».

Como se va cedido, De las Cuevas deja abierta la puerta a un posible regreso. «No quiero que sea una despedida, me gusta pensar que será un hasta luego, porque voy cedido y nunca se sabe qué puede pasar». En la hora de irse, el alicantino repasa una larga lista de agradecimientos que abarca desde el presidente a los utilleros, pasando por todos los que «me han ayudado desde que llegué aquí y que desgraciadamente no están con nosotros, como pueda ser Preciado».

De las Cuevas se marcha jurando amor eterno: «Me he sentido superfeliz en este club, y se han portado muy bien conmigo». El alicantino quiere que se entienda que la suya es una decisión bien meditada y que «no viene de un día de cabreo». Entre las razones que le han llevado a tomarla, destaca que Osasuna «es un club que está en Primera División y es una oportunidad que ha llegado». De las Cuevas recuerda que «he podido salir bastantes veces del club, no lo he hecho y no me arrepiento». El alicantino esgrime que toma esta decisión ahora porque «es bueno para el club y para mí».

Se marcha con una espina clavada, porque «en pretemporada dije que los que habíamos bajado teníamos que subir al equipo, y me voy con esa espina». El único reproche en su despedida es para quienes aprovechan su marcha para dudar de sus motivos y de su integridad: «Se ha dicho que me tiro del barco, que soy un mercenario y un pesetero, pero la gente que me conoce sabe que no es así». Y lo refrenda apuntado que «hace dos años, cuando vino el Málaga, estaba en Primera División, era feliz aquí y por mucho dinero que dieron no me lo planteé». El alicantino se va confesando que «he pasado momentos malos, me voy desgastando y es mejor cambiar de aires».