Terminó el partido en Pamplona y aquello parecía un imposible. Un tiro a puerta y la posibilidad de que el diario «Sport», tan elegantes ellos siempre, titulase al día siguiente «¡Qué malos sois, Mou!» en una demostración de clase y tronío. Para que digan que la prensa madridista es agresiva y no respeta nada. Pero bueno, además de confirmar que somos un equipo que en 2013 salimos a expulsión por partido, el encuentro en el Reyno de Mordor sirvió también para aclararnos quién sirve y quién no en la alineación actual. Parece que todo se fía a la Copa del Rey y la Liga de Campeones. La Liga se ha convertido en un peregrinar accesorio en el que vamos a los campos a hacer un ridículo que puede llegar a empujarnos hasta mitad de la tabla.

Pero eso no es lo importante: lo esencial es que los periodistas ya funcionan en las ruedas de prensa con una actitud contraria a la de Jesús Hermida en su entrevista con el Rey. Si el veterano periodista cuidó al máximo (tan al máximo que daba miedo) cada una de sus preguntas al viejo (y sobrado de papada) Monarca, pareciera que las comparecencias de Mourinho funcionan como el tiro al blanco (o, en este caso, al moreno). Da gusto (porque él lo ha cultivado así) que todo periodista trate de ganarse el honor de convertirse en el preguntador que le saque de sus casillas. Se trata de que el luso se nos suelte y suelte alguna perla que nos sirva de titular al día siguiente. Y ya si te cita en el cuartito con sus ayudantes, todo perfecto.

El problema es que Mou ha cultivado esto. Mientras que el Rey ha cercenado su entrevista hasta desnaturalizarla y posee a un estupendo departamento de prensa que controla hasta el último detalle, Mourinho pasa de todo. Juan Carlos escucha a los que le abonan el terreno. Además, sabe que escogerán a un periodista dócil (Hermida) con el que tener una «conversación entre amigos» (puaj). En cambio, con Mou eso es imposible. Esa falta de conexión con el club y con la prensa no sólo permite que al míster del Madrid le pregunten por Urdangarín o el novio de Elena, sino que acepta el acoso y el derribo de determinada prensa. Y si no lo creen, miren la portada del «Sport» y hablamos.