Carlos Ruesga

Campeón del mundo con la selección de balonmano

Si la cara es el espejo del alma, Carlos Ruesga Pasarín (Gijón, 10 de marzo de 1985) tiene alma de campeón. El central del Ademar León es un hombre feliz después de colaborar en el segundo Campeonato del mundo de la selección española de balonmano junto con el también asturiano Alberto Entrerríos.

-¿Pesa mucho el oro?

-Todavía no soy consciente de lo que hemos conseguido y creo que hasta que no pasen unos días no seremos conscientes del todo. Ha sido un sueño hecho realidad.

-Llegan a la final y se pegan un paseo monumental.

-Ni en el mejor de los guiones que pudiéramos escribir, habríamos esperado una final así. Al descanso, el partido estaba prácticamente decidido. Durante toda la segunda parte tuvimos tiempo para disfrutarlo.

-¿Cuál fue el momento clave del torneo?

-Quizás el partido con Alemania, que se nos puso muy complicado. El equipo supo reaccionar muy bien en momentos difíciles y se vino arriba. El día antes de la final estaba convencido de que íbamos a ganar.

-¿Qué les dijo el entrenador en la charla previa a la final?

-Que todo lo que habíamos conseguido había sido a base de trabajo, que nos lo merecíamos y que disfrutásemos porque igual nunca vivíamos de nuevo algo así.

-¿Qué sabor le deja su actuación personal?

-Estoy contento de formar parte de este grupo y de haber conseguido algo histórico. A todos los jugadores nos gusta jugar más, pero cuando las cosas van bien dentro de un equipo, lo importante es aportar lo que puedas cuando sea necesario.

-Vaya despedida la de Alberto Entrerríos?

-Era la despedida que se merecía. Alberto Entrerríos es el mejor jugador de la historia del balonmano asturiano y yo diría que del balonmano español. Qué mejor que levantando la copa de campeón.