Cerca de 600 cursillistas de «ciclo indoor» del Grupo Covadonga temen verse sorprendidos y quedar, temporalmente, compuestos y sin cursillos deportivos.

El temor, manifestado estos días por algunos de los implicados vinculados a una actividad con numerosos seguidores en el Grupo, está basado en la repentina extinción de la sociedad empresarial que se encargaba de la gestión de estos cursillos, que desde hace diez años venía ofreciendo sus servicios al club gijonés.

La extinción de la sociedad obliga al Grupo a abrir un nuevo concurso para la adjudicación de la actividad, lo que se prevé que se haga en el menor tiempo posible. Del «tirón» del «ciclo indoor» en el Grupo habla el hecho de que se dan unas diez clases diarias.