El firmante ha publicado dos artículos en LA NUEVA ESPAÑA con relación a los conflictos acaecidos durante la presente temporada entre árbitros y entrenadores, y en ambos abogaba por el entendimiento entre los estamentos referidos ya que no era de recibo la masiva expulsión de tanto técnico en los partidos. «El área técnica» (LNE 24.03.12) fue el primero, y en él explicaba lo que en sí dice la norma sobre ese espacio, y su desarrollo para los propios técnicos, haciendo ya constar el mal ambiente que se adivinaba en más de uno de los entrenadores señalados en ese espacio. Ejemplarizaba con lo que sucede en otros deportes y creía que se estaba a tiempo de llegar a acuerdos para paliar esta circunstancia. Mi segundo artículo lo titulaba «El área de los condenados» (LNE 16.10.12), porque ya el problema había aumentado y la progresión de expulsiones se producían de forma desmesurada. Comentaba la circular recibida por los árbitros en el sentido de no permitir desmanes en ese espacio y mantener el orden a toda costa. Las declaraciones de los entrenadores víctimas tomaban ya palabras mayores, y se entraba en una espiral demasiado peligrosa para el bien de este deporte. Entendía que eran dos cuerpos que estaban llamados a entenderse con respeto por parte de unos y tolerancia por los otros.

Pues no tengo más remedio que completar la trilogía sobre este espacio en el terreno de juego, y sus secuelas, con el título del presente comentario, ya que por fin, aunque tarde, se ha producido la anhelada reunión entre árbitros y entrenadores para tratar de llegar a entendimientos. Más bien diríamos, para ser justos, entre la cabeza visible de los árbitros y algunos entrenadores, así como su presidente también. Pero se ha hecho deprisa y corriendo, y la cosa ha estado mal enfocada y peor organizada. El fútbol profesional lo conforman las dos máximas categorías, Primera y Segunda División, y deberían estar los técnicos de ambas; pero además los propios colegiados, para que fluyera el diálogo, y aunque éste fuera mínimo, para que todos escucharan lo mismo. De los técnicos citados, sólo los de Primera han fallado ya que no asistió más que una minoría, y los que más peso tienen -al menos por la representación de los clubes a los que dirigen- han obviado su asistencia. No se puede reclamar algo y después dar la espalda. No se puede propagar ante la prensa «que si tal y si cual», y luego permanecer callado o no asistir. Dicen que tratarán de organizarlo mejor, y que allá por los últimos días del mes de julio los árbitros, en su reunión de principio de temporada, «invitarán a comer a los entrenadores».

Mucho me temo, y sin temor a equivocarme, que será muchísimo peor por muchos y distintos motivos: los entrenadores estarán inmersos en las pretemporadas de sus equipos, muchos fuera de España, y a la vez como el problema no se ha producido todavía, no hará falta ponerle remedio o denunciarlo. Que nadie olvide que todas las batallas en la vida sirven para enseñarnos algo, inclusive aquellas que perdemos.