José Sacristán: «Vamos a ver, ¿tú a qué has venido aquí?». Alfredo Landa: «Hombre, yo a lo que salga. Si toca trabajar, trabajar; si toca chavalas, chavalas» («Vente a Alemania, Pepe», 1971, Director: Pedro Lazaga). Si toca entrenar, entrenar. Si toca prensa, prensa. Éste sería el discurso permanente de Mourinho, ahora que ya podemos establecer un fin de ciclo y comienzo del siguiente (¿Ancelotti?). ¿Qué nos queda del entrenador madridista, en un momento crítico en el que su próxima víctima es Pepe y manda a Karanka como portavoz de sus tropelías? Pues muy poco. Recordemos que el luso llegó al Madrid con la alegría del primer Landa. Todo eran comedias. «No somos de piedra», «Pero, ¿en qué país vivimos?», «La dinamita está servida» o «Aunque la hormona se vista de seda» son posibles títulos de los primeros años de Mourinho en el Madrid, en los que todavía creíamos que era posible que el entrenador portugués funcionase con nosotros.

Pero, claro, al igual que la carrera de Landa, la última parte de la trayectoria de «The Special One» en el Madrid se ha vuelto dramática. «Los santos inocentes» podría titularse la historia agridulce de amor y desamor de Mou con el madridismo que, en este punto, se siente un poco como el bueno de Di Stéfano y su futura boda con una chica de 36 años. Imitando a la Saeta Rubia (ahora un poco viejita), los madridistas estamos aún ilusionados con una relación muy rara que probablemente acabe como el rosario de la aurora. Si, vista en la distancia, la evolución artística en la carrera de Alfredo Landa parece lógica, también la situación del Real Madrid actual se veía venir... pero miramos para otra parte.

Ahora estamos en la encrucijada: el próximo viernes es la final de la Copa del Rey y, menos mal, el rival es el Atlético, el único equipo con el que podemos estar tranquilos. Alfredo Landa entendía la esencia del hombre de pueblo o del detective o del enamorado crepuscular y la manejaba. Ahora toca que el Madrid entienda (ya lo ha hecho muchas veces) la esencia del Atlético de Simeone, la maneje y devuelva a los colchoneros a las profundidades de donde han salido.