Jean Marie Hipolyte Aymar d'Arlot, conde de Saint-Saud, fue sin duda el más importante explorador y cartógrafo de los Picos de Europa, pero su motivación no fue tanto deportiva o simplemente geográfica como militar.

El Estado Mayor francés, consciente de que una de las causas de su debacle militar en la guerra franco-prusiana de 1870 había sido su deficiente cartografía, encargó al entonces capitán de Estado Mayor Ferdinand Prudent (1835-1915) la realización de los mapas de la Carte du Dépôt de Fortifications a escala 1:500.000. Dichos mapas deberían incluir toda la Francia metropolitana; la parte meridional de Gran Bretaña hasta su capital, Londres; todos los Países Bajos, incluida La Haya; la mitad occidental de Alemania; la parte noroccidental de Italia y la zona norte de España hasta Madrid.

Las hojas números XIII y XIV de este importante mapa estratégico debían incluir gran parte del territorio norte español, pero la falta de datos geodésicos y geográficos de esta zona, así como su orografía montañosa, constituyeron un serio problema para Prudent. El trabajo de campo, necesario para la toma de datos, no podía ser realizado por los geodestas del Ejército francés al tratarse de territorio español. Entonces Prudent encontró la solución, encargó a los miembros del recién constituido Club Alpino Francés que tomarán en sus excursiones, pretendidamente deportivas, por el territorio español los datos y visuales pertinentes para poder desarrollar el trabajo topográfico. El propio Prudent se encargó de su formación en el manejo de los instrumentos básicos para la confección de mapas.

Serán Franz Schrader y Lourde-Rocheblave quienes alisten al joven Saint-Saud en este cuerpo paramilitar de cartógrafos pireneistas al servicio del Estado Mayor francés. Y Saint Saud, como señala Marie-Geneviève Bererger-Verdenal, se convertirá en el mejor y más importante colaborador de Ferdinand Prudent. La inestimable colaboración de Saint-Saud brindó a Prudent la posibilidad no sólo de completar los datos de su Carte du Dépôt de Fortifications, sino que amplió sus pretensiones cartográficas sobre el territorio español y elaboró un mapa del Pirineo español a escala 1:200.000. Saint-Saud recorrió durante doce años todos los Pirineos españoles cogiendo los datos precisos para que Prudent pudiese elaborar estos mapas.

Una vez que Saint-Saud concluyó sus trabajos en los Pirineos españoles, se dirigió a completar los datos cartográficos de la parte más occidental de la hoja número XIII de la Carte du Dépôt de Fortifications, que abarcaba toda la costa oriental cantábrica hasta Ribadesella, así como los Picos de Europa.

Es su interés topográfico el que lleva a Saint-Saud, en su primera expedición a los Picos de Europa, a dirigirse al macizo de Ándara con la intención de conquistar, no su cumbre más alta, la Morra de Lechugales, sino otra más baja, el pico Cortés, donde sabe se encuentra la estación geodésica de primer orden que los cartógrafos militares españoles han erigido en los Picos de Europa. La imposibilidad de acceder al pico Cortés desde la vertiente de las minas de Ándara es lo que le lleva a ascender la Morra de Lechugales, donde establecerá una de sus primeras estaciones topográficas en los Picos de Europa.

Salvo la expedición de 1892, donde los intereses deportivos por ascender las más altas cumbres se confunden con los cartográficos, los demás viajes de Saint-Saud tienen un marcado carácter topográfico.

Por lo tanto, podemos decir que una buena parte del interés del conde de Saint-Saud por los Picos de Europa no deja de tener un cierto componente de espionaje militar.