El 22 de junio está previsto que se dispute el último partido de la promoción de ascenso a Primera División. Son dos meses que marcarán a fuego el futuro del club, de su entrenador y de gran parte de los jugadores que actualmente componen la plantilla rojiblanca. Los futbolistas ya saben lo mucho que se juegan. Por si esto fuera poco, saben también que de ellos puede depender incluso el futuro de parte de los empleados del club. Desde el pasado verano, el Sporting diseñó dos proyectos bien diferenciados en función de la categoría en la que milite el equipo la próxima temporada. El factor diferencial es, naturalmente, el económico. Vaya por adelantado que, a estas alturas, cuesta imaginar a Sandoval al frente del equipo la próxima temporada incluso si se logra dar el salto de categoría.

Las maltrechas arcas rojiblancas agradecerían con alivio el ascenso a Primera División. En estas circunstancias, y aunque no se dejaría pasar una oferta estratosférica si se recibiese, el Sporting intentaría retener a sus mejores futbolistas como camino lógico hacia la permanencia. El club mantendría la política de ajuste económico que inició el pasado verano y en ningún caso se tiraría la casa por la ventana. El Sporting podría permitirse en torno a cinco refuerzos en función de las salidas y buscaría un acuerdo con los jugadores descartados por el director deportivo, Raúl Lozano.

La situación sería muy diferente con el Sporting en Segunda una temporada más. La política de ajustes económicos llevaría al club a un recorte sustancial en todas sus partidas. Afectaría a jugadores, cuerpo técnico y empleados. El dinero para la plantilla deportiva se reduciría de forma más que notable y el club tendría que renunciar a sus mejores futbolistas. La plantilla deportiva, al margen del fracaso que supondría no ascender, saldría damnificada económicamente, puesto que todos tienen contratos diferentes en función de la categoría en la que milite el equipo.

En Segunda División, todos los futbolistas rojiblancos estarían en el mercado y el club escucharía ofertas. En caso de que no las hubiera, habría que negociar la salida de los futbolistas con las fichas más elevadas. El primer nombre que se viene a la cabeza es el de Stefan Scepovic. El goleador serbio sería traspasado, con la consiguiente merma en su cotización sobre lo que supondría vender a un jugador de Primera. El Sporting no puede permitirse su ficha en Segunda y el delantero ya ha manifestado su deseo de jugar en Primera el próximo año. Otros casos, son evidentes. Cuéllar y Canella ya estuvieron en el mercado el pasado verano. Otro futbolista por el que podrían llegar ofertas es Álex Barrera. También Nacho Cases y Lora, los últimos en renovar podrían abandonar la entidad. Lo mismo que Bernardo, otro de los futbolistas con una de las fichas más elevadas de la plantilla. También Carmona podría verse en esta situación. Los que dejarían el club con seguridad son Lekic, Cristian Bustos y Casquero, que terminan sus contratos. El resto quedaría al criterio de los técnicos y del director deportivo Raúl Lozano, aunque hay casos como los de los cedidos López Garai o Juan Muñiz cuya continuidad parece complicada en su último año de contrato. En Segunda, las incorporaciones se producirían con cuenta gotas, siempre con la carta de libertad y con una ficha asumible.