Oviedo ajustó ayer las últimas cuentas que tenían pendientes con el atletismo popular. La pagó a plazos, paso a paso. El primero hace décadas con la San Silvestre; el segundo al formar parte del circuito nacional de 10 kilómetros, y el último ayer con su media maratón. Lo hizo sin complejos: apostando por el centro. Y como recompensa a su decisión recibió a cambio un premio: el de la alta participación (750 inscritos, 659 corredores en meta) y el apoyo de los espectadores. El otro, el de las buenas marcas, se antoja quimérico. Ni Marcos Peón (New Balance Team) en categoría masculina con 1:12.28, ni Verónica Perez (Capol) en femenina con 1:24.57, lograron registros destacables en esta I Media Maratón "Ciudad de Oviedo". Y a causa de dos motivos de fundamento: el perfil rompepiernas de la prueba -La Florida y Las Campas hicieron estragos- y, por añadidura, la temperatura y la humedad ambiental en un día de sol espléndido cobraron su factura en forma de un buen puñado de segundos a los corredores.

En cualquier caso, un notable muy alto para la carrera gracias a la buena organización del club Maratón Oviedo, con Alberto Suárez a la cabeza en una prueba que fue integradora con los deportistas discapcitados. Para botón una muestra: Mari Carmen Paredes, la recordwoman mundial paralímpica en la clase T-12 de maratón, que hizo la carrera con su guía, fue tercera a sus 51 años con 1:29.34.

La prueba masculina tuvo como vencedor a un debutante en la distancia. Pero debutante no es sinónimo de inexperto. Si hay alguien que no lo es, ése es Peón, un referente en Asturias si de cross, pista o carreras populares hablamos. Peón chafó los sueños de victoria de muchos en la San Silvestre de Gijón y también de Oviedo. Y ayer hizo lo propio con el de Pablo Ibáñez (Oriente), que aspiraba a la triple corona en la capital tras sus victorias en la San Silvestre y los 10 kilómetros.

Peón jugó sus bazas con un planteamiento conservador propio de la prudencia. Al principio vigiló los acontecimientos, y luego tomó un papel protagonista. Así, en el kilómetro 6 el veterano Fabián Roncero, todo un récordman europeo de la distancia en sus años mozos, decidió probar a sus rivales (a la postre fue sexto) pero pagaba su sobreesfuerzo en el kilómetro 8 junto a Emilio Llamedo, mientras Paco González, Ibáñez y Peón no cedían.

Fue en el kilómetro 17, en el segundo paso por la Florida, cuando descolgado el avilesino González el gijonés aprovechó un momento de debilidad de Ibáñez en la cuesta de la calle más larga de Oviedo para dar su hachazo y coger unos metros que supo administrar hasta el final.

Verónica Pérez venció sin oposición en la categoría femenia por delante de Alba García, compañera de entrenos e inscrita a última hora, que firmó un pacto de no agresión con la tinetense, que venía de vencer el día anterior en una prueba de montaña como es Coto Bello.

Correr sin alardes era la consigna de ambas, y la mantuvieron hasta el final. Verónica, que vive, trabaja y entrena en Oviedo, aspira a luchar por una medalla en el Nacional de Montaña que se disputa en dos semanas en Cercedilla (Madrid), y confesaba que si participó ayer fue por la ilusión que le causaba correr en la ciudad como para devolverle un favor al organizador de la prueba, Alberto Suárez, que ha ejercido de liebre de la tinetense; la mejor de las 58 féminas que se atrevieron con el desafío

Tras la carrera, en una plaza de la Catedral en la que se mascaba el buen ambiente propio del atletismo popular, había un deseo en la mente de todos: que la media maratón ovetense no sea flor de un día y que eche fuertes raíces en la capital como lo hizo el famoso Carbayón.